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Charles Krauthammer

Broma de mal gusto

Desde el ejercicio 2010, el sistema de la seguridad social que paga las pensiones según entra el dinero está en números rojos.

Todo hijo de vecino sabe que los presupuestos estadounidenses están siendo engullidos por las pensiones. Todo hijo de vecino sabe que de los Tres Grandes –el programa Medicare de los ancianos, el programa Medicaid de los pobres y la seguridad social– éste último es el más solvente de los tres.

Solvente siendo generosos: elevando la edad de jubilación, modificando el cálculo de ajuste a la variable (de la inflación salarial a los precios) y con declaración de condicionantes para que la pensión de Warren Buffett se envíe a un anciano que la necesite.

La relativa facilidad del arreglo es lo que hace tan chocante la estrategia de la seguridad social que tiene la administración Obama. El nuevo discurso que sale de la Casa Blanca es: no hace falta modificarla porque no hay ningún problema. Como escribía el director de la Oficina de Gestión y Presupuestos Jack Lew en USA Today hace unas semanas, el fondo es solvente hasta el año 2037. Por tanto, la seguridad social no se contempla en las negociaciones de reducción del gasto público.

Esta afirmación es un fraude espectacular.

Lo que se finge es que un fondo fiduciario va a financiar a los jubilados los próximos 20 años. Encantador, menos en una cosa: el fondo de la seguridad social es una ficción.

Si no me cree, escuche la propia explicación de la Oficina de Gestión y Presupuestos (en los presupuestos de la administración Clinton para el ejercicio fiscal del 2000 bajo el entonces director Jack Lew). La Oficina explica que "las cuentas" de este fondo no son más que un artificio "contable". "no están integradas por activos económicos tangibles que se puedan liquidar en el futuro para financiar las pensiones".

En otras palabras, el fondo de la seguridad social contiene aire.

Este es el motivo. Cuando el porcentaje de su nómina que dispone la ley FICA es retenido de su sueldo, no se guarda para el futuro dentro de alguna caja fuerte de Virginia Occidental donde se almacena hasta que usted y sus contemporáneos se jubilen. La mayoría se destina con efecto inmediato a financiar a los que ahora están jubilados, y el resto (100 dólares, por ejemplo) se destina a las arcas públicas, y se gasta. En carreteras, puentes, defensa nacional, televisión pública, lo que sea. Gastado, consumido.

A cambio de esos 100 dólares, el Tesoro envía a la Administración de la Seguridad Social un trozo de papel que reza: Le debo 100 dólares. Hay un sinnúmero de trozos de papel así dentro de la caja fuerte. Reciben el nombre de títulos "extraordinarios".

Extraordinarios son. Carecen de cualquier valor. Como explicaba la Oficina de Gestión y Presupuestos, no son más que "obligaciones del Tesoro (léase promesas) que, cuando se redimen (cuando usted se jubila y espera el cheque de su pensión), habrán de financiarse subiendo los impuestos, endeudándose la administración, bajando las pensiones o recortando otros gastos". Eso es lo que significa disponer de un supuesto fondo sin "activos económicos tangibles". Cuando usted se jubile, el "fondo" tendrá que acudir al Tesoro en busca del dinero de su cheque de la seguridad social.

¿La idea? La Oficina de Gestión y Presupuestos otra vez: "La existencia de cuentas sustanciales del fondo, por tanto, no tiene, en sí misma, ningún impacto sobre la capacidad del Gobierno de pagar las pensiones". Ningún impacto: La caja fuerte, las cuentas, los pequeños trozos de papel, equivalen a nada.

De manera que cuando Jack Lew le dice que hay miles de millones dentro de esta caja fuerte que garantiza que el sistema es solvente hasta el año 2037, está perpetrando una ficción homologada como tal por su propia Oficina de Gestión Presupuestaria. ¿Qué sucede cuando usted se jubila? Que su seguridad social pasa del capítulo de retenciones al capítulo de endeudamiento de ese ejercicio fiscal.

¿Por qué es un problema esto? Porque desde el ejercicio 2010, el sistema de la seguridad social que paga las pensiones según entra el dinero está en números rojos. Durante décadas habían sido negros, al ingresar más en retenciones de la ley FICA de lo que salía en forma de pensiones de la seguridad social. La diferencia, desembolsada por las arcas públicas, reducía la deuda federal en decenas de miles de millones. Pero la demografía es el sino. La proporción de trabajadores frente a jubilados se contrae cada año que pasa. En lugar de una seguridad social que produce superávit anuales que reducen el déficit federal, ahora está produciendo déficits que elevan la deuda federal a 37.000 millones de dólares en 2010. A medida que la generación de los 60 se vaya jubilando no puede sino agravarse.

Eso es lo que hace tan cínico el anuncio de esta administración de que la seguridad social es solvente. Los Republicanos han dicho que sus presupuestos de abril van a contener verdaderas reformas sociales. El Presidente Obama está preparando el terreno a la demagoga seguridad social de aquí a las elecciones de 2012. El anuncio se escribe solo: Esos Republicanos sin corazón no sólo quieren dejar en la calle a la abuelita, quieren dejar en la calle a la abuelita ¡para solucionar un problema que ni siquiera existe! Vota Obama.

El martes, el senador Demócrata de Virginia Occidental, Joe Manchin, denunciaba a Obama por ausencia de liderazgo en la deuda. Es peor que eso. Obama está mostrando liderazgo. Con la absurda afirmación por parte de Lew de que la seguridad social va a ser solvente 26 años, Obama se prepara para cargar contra la reforma social como su pasaporte a la reelección.

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