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Charles Krauthammer

La vida en un universo orwelliano

Existe asimetría moral radical entre Israel y Hezbolá: Hezbolá intenta deliberadamente crear bajas civiles en ambos bandos, al tiempo que Israel intenta deliberadamente minimizar las bajas civiles, también en ambos bandos.

¿A qué otro país, cuando es atacado en una agresión no provocada a través de una frontera internacional, el mundo le pone en marcha una cuenta atrás que marque un plazo limitado de tiempo en el que responder, sin importar si ha restaurado o no su propia seguridad en ese plazo?

¿Qué otro país soporta 1.500 ataques indiscriminados con misiles contra sus ciudades –diseñado cada uno para matar, aterrorizar y lisiar a sus ciudadanos– y después es insultado por el resto del mundo cuando intenta destruir la infraestructura del enemigo y sus bases con misiles guiados de precisión que en ocasiones tienen la consecuencia insalvable pero inevitable de sufrimiento y muertes civiles colaterales?

Escuchar al mundo juzgar la guerra entre Israel y Hezbolá conforme se desarrolla es vivir en un universo moral orwelliano. Con pocas excepciones significativas (los líderes de Estados Unidos, Gran Bretaña, Australia, Canadá y muy pocos más), el mundo –gobiernos, medios, burócratas de la ONU– ha perdido por completo su catadura moral.

El mundo que obvia cualquier razonamiento y mágicamente invierte a la víctima en agresor es "desproporcionado" igual que la universalmente condenada "desproporcionada respuesta israelí".

Cuando Estados Unidos fue atacado en Pearl Harbor, no respondió con un ataque paralelo "proporcionado" contra una base naval japonesa. Lanzó una campaña de cuatro años que mató a millones de japoneses, convirtió Tokio, Hiroshima y Nagasaki en un montón de ruinas, y redujo las principales islas japonesas a escombros. ¿Desproporcionado? No. Cuando se es atacado a placer por un agresor, se tiene todo el derecho –legal y moral– de luchar hasta que el agresor esté desarmado e impedido hasta tal punto que no pueda amenazar de nuevo su seguridad. Y eso fue lo que hizo falta con Japón.

Gran Bretaña nunca fue invadida por Alemania en la Segunda Guerra Mundial. ¿Respondió al bombardeo y los proyectiles V-1 y V-2 con un bombardeo "proporcional" de Alemania? Por supuesto que no. Churchill orquestó la mayor invasión por tierra de la historia, que machacó y destruyó por completo Alemania, matando a incontables mujeres y niños alemanes en el proceso.

La perversidad de la reacción internacional de hoy reside en el hecho de que en la práctica existe una desproporción en esta guerra, una asimetría moral radical entre Israel y Hezbolá: Hezbolá intenta deliberadamente crear bajas civiles en ambos bandos, al tiempo que Israel intenta deliberadamente minimizar las bajas civiles, también en ambos bandos.

En lo que quizá sea la campaña de terror desde el aire más descarada desde el bombardeo de Londres, Hezbolá hace llover misiles sobre las ciudades y aldeas israelíes. Estos proyectiles están repletos de metralla que puede penetrar en automóviles y desgarrar la carne humana. Están creados para matar y lisiar. Y lo hacen.

Pero es una campaña dual. Los inocentes israelíes tienen que morir para que Israel sea aterrorizado. Pero los libaneses inocentes también tienen que morir para que Israel sea demonizado, que es el motivo por el que Hezbolá esconde a sus guerrilleros, sus misiles, sus lanzaderas y toda su infraestructura entre civiles. Crear escudos humanos es un crimen de guerra. También es la especialidad de Hezbolá.

El miércoles de la semana pasada, las cámaras de la CNN mostraban la destrucción en Tiro. ¿Qué tiene Israel contra Tiro y sus habitantes? Nada. Pero los misiles de largo alcance de Hezbolá que han estado haciendo llover el terror sobre Haifa están radicados en Tiro. ¿Qué se supone que debe hacer Israel? ¿Dejar intactos los lugares de lanzamiento que estén ubicados deliberadamente en áreas civiles?

Si Israel quisiera destruir la infraestructura civil libanesa, habría cortado la luz en Beirut en la primera hora de guerra, destruyendo una red eléctrica que costó miles de millones de dólares y haciendo retroceder el Líbano veinte años. No hizo eso. En su lugar, atacó la infraestructura de uso dual –puentes, carreteras, pistas de aeropuerto– y bloqueó los puertos de Líbano con el fin de evitar el refuerzo y reabastecimiento de Hezbolá. 10.000 misiles Katyusha son suficientes. Israel no va a permitir a Hezbolá conseguir 10.000 más.

La respuesta de Israel a Hezbolá ha sido emplear el armamento y elegir los objetivos de la forma más precisa posible. No tiene ningún interés y no tiene ningún deseo de matar civiles libaneses. ¿Acaso alguien se cree que no hubiera podido arrasar si así lo hubiera querido el sur de Líbano, por no decir nada de Beirut? En su lugar, en la amarga lucha contra Hezbolá, ha soltado repetidamente panfletos, ha anunciado advertencias, enviado mensajes por radio e incluso por teléfono a los habitantes libaneses para que fueran evacuados de modo que no salieran perjudicados.

Israel sabe que estos panfletos y advertencias dan tiempo a los guerrilleros de Hezbolá para escapar y reagruparse. La notificación con antelación de dónde se acerca el próximo ataque ha permitido a Hezbolá preparar emboscadas. ¿El resultado? Bajas de la infantería israelí inesperadamente altas. Escrúpulos morales pagados con sangre. Soldados israelíes mueren para que los civiles libaneses no mueran. ¿Y a quien condenó a la comunidad internacional por no respetar las vidas de civiles?

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