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Clemente Polo

El edecán victorioso

A quienes nos parece una burla que siga en política uno de los dos principales responsables de la continuada trama de presunta extorsión y financiación ilegal de CDC, el único consuelo que nos queda es esperar que recaiga sobre CDC todo el peso de la ley.

Los resultados de las elecciones del 28-N han hecho buenos los pronósticos de las encuestas que daban a la coalición Convergencia i Unió (CiU), liderada por Artur Mas, una mayoría holgada que va a permitirle gobernar en solitario Cataluña los próximos cuatro años. CiU ha obtenido 1.198.010 votos, 262.254 más que en 2006, y puesto que el número de votos a candidaturas (excluidos los votos en blanco y no nulos) ha aumentado sólo en 114.417, el espectacular avance de CiU tiene su contrapartida en la hemorragia que han registrado los dos partidos con mayores responsabilidades en el exhausto Gobierno tripartito. La opción "independencia-ya-ahora", representada en estas elecciones por Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), Solidaritat Catalana (SI) y Reagrupament (RI.cat), ha sumado 56.190 votos menos que los obtenidos por ERC en 2006. Y el gran perdedor en estas elecciones, el Partit dels Socialistas de Catalunya (PSC), se ha dejado por el camino la friolera de 225.542 votos, casi uno de cada tres electores que confiaron en Montilla y los nacional-socialistas en 2006.

Por incomprensible que a algunas personas nos parezca, el 22,9 % del censo y el 38,47 % de los votos válidos emitidos el 28-N han avalado al político que cuando era consejero de Economía (1997-2001) y primer consejero (2001-2003) en los Gobiernos de Jordi Pujol, adjudicó obras y concedió servicios multimillonarios a empresas privadas que, según los documentos que obran en manos del juez Solaz, canalizaban el 4 % de los contratos adjudicados (remodelación y ampliación del Palau de la Música Ciutat de la Justicia, Tramo 4º T de la línea 9 del metro, Pabellón deportivo de Sant Cugat, proyecto de concentración parcelaria Segarra-Garrigas, etc.) hacia la Fundació Orfeó Català-Palau de la Música Catalana para que su presidente, Fèlix Millet, hiciera llegar al partido del Sr. Mas, Convergencia Democrática de Cataluña (CDC), entre el 2,5 y el 3,5 por ciento de las cifras adjudicadas. Las fórmulas empleadas por Millet iban desde las entregas en efectivo a "C. Torrent" y "Daniel", presuntos tesoreros de CDC, a los convenios de "colaboración" con la fundación convergente Trías Fargas, pasando por el abono de facturas emitidas por empresas (New Letter, Letter Graphic, Hispart y Altraforma) que prestaban sus servicios de mercadotecnia electoral a CDC.

Si preocupante resulta el respaldo que han otorgado los electores a Mas, responsable junto con Pujol del caso de corrupción política más importante que ha salido a la luz en la última década, harto sospechoso resulta que Montilla y el PSC apenas se hayan referido al caso Palau durante la campaña electoral e incluso acordaran excluir el asunto de los temas a tratar en el debate a seis mantenido en TV3 el pasado 21 de noviembre. La pusilánime actitud de los nacional-socialistas durante la campaña tiene al menos dos precedentes muy significativos. El primero, tuvo lugar durante aquella deshonrosa sesión en el Parlament de Catalunya el 24 de febrero de 2005. A resultas del debate mantenido sobre el hundimiento en las obras de ampliación de la línea 5 de metro en el barrio del Carmel, el president Maragall acusó a Mas y a su partido "de tener un problema, y ese problema se llama 3 por ciento". Tras recordarle que "entre ustedes y nosotros en estos próximos meses tenemos cosas muy importantes que hacer al servicio de este país", Mas le pidió que retirase sus palabras y Maragall accedió "por una sola razón... porque Cataluña tiene por delante cosas muy importantes que hacer... en los meses que vendrán, en los que se jugará el Estatut de Cataluña, la Constitución española y, en buena medida, nuestro futuro". Al parecer de este ilustre político nacional-socialista lo que interesaba a Cataluña era mantener oculto bajo las mullidas alfombras oficiales el cobro de comisiones por CDC.

El segundo incidente se produjo también en sede parlamentaria el pasado 13 de julio cuando los nacional-socialistas sumaron sus votos a los de CDC para impedir la comparecencia (solicitada por 50 diputados de ERC, PP, ICV-EUiA y Ciudadanos) de los representantes de la empresa Altraforma ante la comisión que investigaba el caso Palau. Los documentos que obraban en poder de los diputados y del juez indicaban que en 2007 Millet había abonado 60.000 euros, provenientes del "patrocinio" de Ferrovial a la Fundació Orfeó Català-Palau de la Música, a Altraforma, una empresa dirigida por Laia Vilajoana, hija del senador de CiU Jordi Vilajoana, a la sazón propietario del 12% de Altraforma. ¿Por qué desperdició el PSC esta nueva ocasión de librarnos de los políticos sospechosos de cobrar comisiones? ¿Qué les dirían los convergentes a los líderes del PSC aquella mañana para conseguir su aquiescencia? Quizás volvieron a recordarles el igualmente infame recado que les envió el Honorable Pujol cuando se destapó el caso Palau ante las cámaras de TV3: "si entramos aquí, nos haremos mucho daño porque entonces... podría decir... éste le dio tanto a tanto, éste le dio tanto a tanto y éstos dieron tanto a tanto... [y] todos apestaríamos un poco".

Con el pesado saco del Palau a sus espaldas –y otros apestosos fardos como el de ampliación de la línea 5 y otros muchos que posiblemente nunca saldrán a la luz– va a acceder a la presidencia del gobierno de la Generalitat el Sr. Mas dispuesto a ofrecer grandes "acuerdos de país" a los partidos catalanes y "un pacto fiscal de Cataluña con España" al PSOE y PP. A quienes nos parece una burla que siga en política uno de los dos principales responsables de la continuada trama de presunta extorsión y financiación ilegal de CDC, el único consuelo que nos queda es esperar que el juez, a diferencia del PSC, haga bien su trabajo y recaiga sobre CDC todo el peso de la ley.

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