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Clemente Polo

Elecciones 1M

¿Cuál es el riesgo que plantea esta opción para el PSOE? Que Zapatero perdería el vital apoyo que el PNV le ha proporcionado en las Cortes esta legislatura y podría verse abocado a convocar elecciones generales en plena descomposición de la economía.

Los resultados obtenidos por el PP en las elecciones en Galicia han puesto de manifiesto que, lejos de ser una fuerza a la deriva, el partido tiene una sólida implantación en esta comunidad.

Sobreponiéndose a los conflictos internos y a las filtraciones de un sumario secreto de presuntas corrupciones que apuntaban hacia varios cargos de peso dentro de la formación, el PP ha conseguido mejorar en 2 puntos porcentuales el porcentaje de votos obtenidos en 2005 y ha logrado 39 escaños que le otorgan la mayoría absoluta en el parlamento gallego. Todo un éxito personal del Sr. Feijóo y del Sr. Rajoy.En el otro lado, el Partido Socialista liderado por el Sr. Touriño y la coalición nacionalista BNG, encabezada por el Sr. Quintana, han cosechado un rotundo fracaso, habiendo perdido el primero más de 3 puntos y 1 escaño y el segundo 2 puntos y 1 escaño. ¡Qué floja ha tenido que ser su gestión para que, controlando los resortes del poder, no hayan logrado siquiera repetir los resultados de hace cuatro años! 

Estos resultados deberían hacer reflexionar a todos aquellos que daban por muerta a la actual cúpula del PP y apostaban por experimentos de dudosa fiabilidad. Las elecciones gallegas le han proporcionado un balón de oxígeno que debe aprovechar para zanjar las guerras internas y continuar el proceso de renovación de cuadros y programas. Haría mal en creer que tiene el camino expedito hacia la Moncloa. 

En el terreno más concreto de la política gallega, la victoria del PP en Galicia debería servir para detener la peligrosa deriva nacionalista por la que se había deslizado el PSG de la mano del BNG, como ha ocurrido también en Cataluña con los gobiernos de coalición formados por el PSC y ERC. Esperamos que el PP gallego ponga fin a esos desvaríos y temas tan importantes como la educación vuelvan a enfocarse con la normalidad y la visión plural que debiera imperar en cualquier sociedad democrática y abierta, libre de ensueños nacionalistas. La victoria del PP en Galicia también altera la suma de fuerzas en el Consejo de Política Fiscal y Financiera en vísperas de una reforma crucial de la financiación autonómica. Buenas noticias. 

En el País Vasco, el PNV ha obtenido el mayor número de votos y escaños (30) y un porcentaje prácticamente idéntico al que obtuvo en 2005, cuando concurrió a las elecciones en coalición con EA. Sumados los votos y escaños (2) de EA, la coalición habría alcanzado algunos votos menos que en 2005 pero 3 escaños más. Está claro que ni el PNV ni EA han conseguido atraer a los votantes nacionalistas más radicales que han ido a parar a Aralar, que más que duplica votos y escaños o han votado nulo como pedía ETA.

El Partido Socialista es la fuerza política que ha registrado el mayor aumento en votos y escaños en relación a los resultados de 2005. Un éxito personal, en este caso, del Sr. López que ha sabido atraer una parte significativa de los votos que recibió el PP en 2005. El PP por su parte ha cosechado un fracaso notable que no queda atenuado por el hecho de que haya sido inferior al pronosticado: ha perdido más de 65.000 votos y 2 escaños en relación a 2005. El otro partido beneficiado por la pérdida de votos del PP ha sido UPyD que logra 1 escaño. Sumados los votos que ha obtenido esta formación, 22.002, a los votos que ha ganado el PSE, 41.347, obtenemos un total de 63.349, una cifra muy similar a los votos perdidos por el PP. Mero trasvase de votos.

Sin duda el hecho más trascendente de estas elecciones es que por primera vez desde 1980, tres partidos, PSE, PP y UPyD, que rechazan abiertamente las aventuras independentistas del PNV pueden conformar una mayoría en el Parlamento vasco y desalojar al PNV de las instituciones autonómicas. ¿Cómo administrarán esta victoria? El PSE podría, claro está, apostar por revivir el Gobierno de coalición entre PNV y PSE de los años 90. A pesar de las manifestaciones del Sr. López en sentido contrario tras las elecciones, pocos días antes de las elecciones describía con verdadero entusiasmo los grandes resultados que había producido esa colaboración, entre los cuales mencionó la "euskaldunización" de la cultura. Si el PSE optara por formar un Gobierno de coalición con el PNV, el PSOE habrá desperdiciado la última oportunidad de reivindicarse, consumando la penosa trayectoria que iniciara en junio de 1993 cuando perdió por primera vez la mayoría absoluta en las Cortes.

Los demócratas esperamos que no lo haga finalmente y apueste por formar un Ejecutivo libre de las imposiciones nacionalistas que se establezca como prioridad esencial que los ciudadanos vascos puedan ejercer sus derechos de libertad de expresión y asociación, reconocidos en la Constitución de 1978, sin correr temor por sus vidas. Recuperar las libertades, acabar con ETA y su entorno incivil, enterrar los delirios soberanistas del PNV (Lizarra, primero y luego el plan independentista de Ibarretxe) pasan necesariamente por desalojar al PNV del Gobierno vasco y al Sr. Ibarretxe de la presidencia. ¿Cuál es el riesgo que plantea esta opción para el PSOE? Que el Sr. Rodríguez Zapatero perdería casi con toda seguridad el vital apoyo que el PNV le ha proporcionado en las Cortes esta legislatura y podría verse abocado a convocar elecciones generales en plena descomposición de la economía.

No debería quedarse aquí el PSE y el PSOE, aunque supongo que no van a atreverse a llegar más lejos y formar un Gobierno de coalición con el PP en el País Vasco. El Sr. Basagoiti, cabeza de lista del PP, ya hizo este ofrecimiento el pasado 10 de febrero al Sr. López, pero me temo que no llegaremos a verlo. Y es que esta opción sólo sería posible si los dos principales partidos, PSOE y PP, apartasen sus intereses particulares y se prestaran mutuamente los apoyos necesarios en cuestiones de Estado, de modo que el partido en el Gobierno, por ejemplo, no quedara al albur de los nacionalistas en una sesión de investidura o al tramitar los Presupuestos Generales del Estado.

Me temo que no será así y que el Sr. López seguirá adelante con su idea de formar un Gobierno monocolor con el apoyo circunstancial del PP y UPyD. Será un Ejecutivo demasiado débil para asentar la democracia en el País Vasco, responder con contundencia a los terroristas y a su entorno incivil y aguantar los ataques feroces a que lo someterán los partidos nacionalistas unidos en los bancos de la oposición. Se ha dicho hasta la sociedad estos días que, por primera vez, los partidos nacionalistas no han obtenido más votos que los partidos que siguen apostando por un País Vasco dentro de España. No es verdad. Si a los votos obtenidos por el PNV, EA y Aralar, sumamos los votos de IU-EB, socio de Gobierno que avaló el Plan Ibarretxe, y los aproximadamente 100.000 votos atribuibles a Batasuna, se obtienen 632.722 votos frente a los 482.839 obtenidos por el PSE, PP y UPyD. Una diferencia muy importante que únicamente podría erosionarse en los próximos cuatro años si el PSE y el PP trabajan codo con codo en Vitoria y el PSOE y el PP avalan la apuesta entendiéndose en Madrid. Si no, tendremos de nuevo al PNV en Vitoria antes de que hayamos acabado con ETA y asentado la democracia en el País Vasco.

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