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Clemente Polo

España se descuelga

Hoy estaríamos mucho mejor si nuestros gobernantes se hubieran tomado en serio los problemas de nuestra economía hace 15 años, en lugar de repetirnos una y otra vez lo bien que iba España.

El rápido deterioro de la economía española en los dos últimos trimestres ha detenido el proceso de convergencia de nuestra economía y, lo que es quizás peor, ha dañado seriamente su imagen internacional. Cada día que pasa se aleja más la posibilidad de que España se incorpore al club del G-8 o G-20, integrados por los economías más importantes, y aumentan las dudas acerca de la solvencia de nuestras empresas y hasta del Estado. En septiembre, todavía el presidente se desenvolvía con cierta soltura en los círculos internacionales y reclamaba un puesto para España en la conferencia financiera de Washington celebrada el 15 noviembre, algo que logró finalmente aunque tuviéramos que entrar por la puerta falsa y ocupar el sillón de Francia que, al ostentar en ese momento la presidencia de la UE, nos cedió el suyo generosamente. Desde entonces, España se ha deslizado por una peligrosa pendiente que ha dejado al presidente en evidencia tras alardear en los últimos años de ser quienes más crecíamos, más empleo creábamos y más saneadas teníamos las cuentas públicas en la UE. Cosas de nuevo rico.

Convergencia con la UE

Tras superar la recesión de 1992-93, España registro 13 años de crecimiento sostenido que permitieron ir ganando posiciones hasta 2007, año en el que nuestra renta per capita dividida por la renta per capita media de los países en la UE-15 –los 15 países que conformaron la CEE cuando España ingresó en 1986–, alcanzó su máximo histórico: 95,5%. Sobrepasamos a Italia a finales de 2006 y el presidente anunciaba henchido de orgullo que nuestro próximo objetivo era dar alcance a Francia. Dos factores explicaban esa convergencia a la media: habíamos crecido bastante más que Francia y Alemania durante esos años –a costa, eso sí, de endeudarnos cada vez más– y, por otra parte, la reunificación de Alemania había reducido la renta media de los alemanes y de la UE-15, facilitando nuestra convergencia. Pues bien, según los cálculos provisionales de Eurostat, la oficina estadística de la UE, el avance de España podría haberse detenido en 2008, al haber registrado nuestro PIB per capita de una ligera caída (-0,4%) y el de la UE-15 un pequeño avance (0,3%).

Comparación de indicadores

Dejando a un lado la incertidumbre que siempre rodea las comparaciones internacionales, el aspecto más llamativo de la recesión actual es la fuerte destrucción de empleo que está provocando en España. Obsérvese que la caída del PIB español en el cuarto trimestre de 2008 fue del 0,8%, cifra inferior a los recortes del 2,1% y 1,2% que registraron Alemania y Francia, respectivamente; sin embargo, se destruyeron el 3,0% de los puestos de trabajo en España, mientras que en Alemania la ocupación creció el 1,1% y en Francia cayó el 0,7%, cuatro veces menos que en España. Este dispar comportamiento de nuestras economía se explica casi en su totalidad por la desaparición de 558.500 puestos de trabajo en el sector de construcción, casi el 90% del total de empleo destruido en 2008. Estamos pagando los excesos de un crecimiento desaforado e insostenible de la construcción en la última década del que tan orgullosos se sentían nuestros gobernantes. Lo peor no es la caída del empleo, sino sus repercusiones sobre la solvencia de las entidades que financiaron a los promotores, constructores y familias que adquirieron las viviendas.

Imagen internacional

Tras participar en la conferencia de Washington, el Gobierno español aspiraba a integrarse como miembro de pleno derecho en el club del G-20 y hasta quizás soñaba el Sr. Rodríguez Zapatero con formar parte en el G-8 ampliado. Las informaciones de los últimos días no inducen al optimismo. Los aspirantes a la cancillería de la República Federal Alemana, la Sra. Merkel, actual canciller, y el Sr. Steinmeier, su ministro de Exteriores, han dejado claro que no cuentan con España. La Sra. Merkel parece inclinarse por crear un "gobierno mundial" en el seno de Naciones Unidas, una propuesta tan vaga que tiene pocos visos de concretarse en algo sustantivo. El Sr. Steinmeier, su rival, apuesta por duplicar el G-8 para incorporar a los grandes países emergentes: China, India, Brasil, México, Sudáfrica, Turquía y dos Estados árabes. Tampoco el Sr. Sarkozy, presidente de la República Francesa, parece dispuesto a promocionar nuestra candidatura y apuesta por un G-13 que incluiría a China, India, Brasil, México y Sudáfrica. ¿Habrá que seguir mirando los toros desde la barrera? Tal vez, aunque no me parece que sea éste el principal problema de nuestro país.

Solvencia internacional

La crisis bancaria ha tenido hasta hoy menor incidencia en España que en Estados Unidos y otros países europeos. No obstante, las empresas financieras y no financieras están muy endeudadas tras haber financiado el crecimiento del crédito recurriendo al exterior y, para evitar su colapso, el Gobierno se ha visto obligado a avalar sus emisiones de deuda hasta un total de 100.000 millones y adquirir activos de incierto valor por otros 30.000 millones más. Esas eran las previsiones, veremos qué sucede en realidad. Pues bien, a pesar de estas ayudas, las principales agencias de calificación ya han rebajado la calificación de la mayoría de las entidades financieras españolas y la tendencia continúa siendo a la baja.

Por otra parte, la asunción por el Gobierno de estos riesgos, el brusco deterioro de las cuentas públicas que han pasado de registrar un superávit del 2,2% del PIB a un déficit del 3,8% en 2008, y la perspectiva de que el déficit pueda duplicarse en 2009, ha llevado también a alguna agencia a rebajar a AA+ la calificación de la deuda soberana. Estas tensiones se han reflejado en el diferencial con el bono alemán que ha pasado de los 5-10 puntos básicos en abril de 2008 a situarse en el entorno de los 100 puntos en febrero, a pesar del creciente interés de los inversores por la deuda pública. Si se consolidan las expectativas de que la recesión va a ser más severa en España que en Alemania, cabe esperar que ese diferencial aumente a lo largo de 2009.

Conclusiones

España ha disfrutado de un crecimiento elevado y sostenido desde 1995 que nos llevó a escalar posiciones en términos de bienestar, imagen y solvencia internacional. Dos documentos gráficos ilustran ese ascenso: la fotografía del presidente Aznar junto al presidente Bush y al primer ministro Blair en las Azores y la foto de familia del presidente Rodríguez Zapatero con los principales líderes mundiales en la conferencia internacional de Washington. Dos éxitos efímeros que levantaron falsas expectativas sobre la posición real de España en el mundo.

Ha llegado el momento de poner los pies en la tierra e intentar definir un nuevo marco institucional que mejore la asignación de los recursos y la competitividad de nuestras empresas. Para ello, se precisa reformar nuestro sistema impositivo; simplificar la actual maraña de Administraciones Públicas, y asignarles competencias exclusivas y recursos propios a cada una; acabar con el despilfarro de las administraciones; mejorar la orientación y gestión de los servicios públicos básicos (sanidad, educación y justicia); aumentar la inversión en infraestructuras colectivas; promover la investigación básica y aplicada; reformar a fondo el mercado laboral; eliminar la financiación pública de organismos e instituciones privados; acabar con los privilegios de algunos colectivos profesionales; suprimir trabas administrativas para favorecer la creación de empresas; estimular la inversión privada; y apoyar la internacionalización de las empresas.

La tarea no es nada fácil y los frutos del esfuerzo no se verán en bastantes años. Lo que sí me atrevo a afirmar es que hoy estaríamos mucho mejor si nuestros gobernantes se hubieran tomado en serio los problemas de nuestra economía hace 15 años, en lugar de repetirnos una y otra vez lo bien que iba España. ¡Cuánto tiempo han derrochado en campañas electorales, en elaborar y aprobar los nuevos estatutos de autonomía, en alumbrar nuevos sistemas de financiación autonómica o reavivar la memoria histórica! Nada que sirva hoy para afrontar en mejores condiciones la crisis financiera y la recesión económica.

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