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Clemente Polo

Ni inocentes, ni honrados, ni ejemplares

Sr. Rajoy: los culpables de todo este nauseabundo espectáculo no son Rubalcaba, ni la policía judicial ni los jueces, sino los nada inocentes, honrados y ejemplares dirigentes de su partido por los que hasta ayer mismo usted ponía la mano en el fuego.

Hace unos meses publiqué un artículo (A propósito de la trama) en el que recomendaba a la dirección del PP que adoptase medidas en cuanto pasaran las citas electorales del 1M para solucionar los graves problemas suscitados por la investigación puesta en marcha por el juez Garzón, luego continuada por los Tribunales Superiores de Justicia de Madrid y Valencia y el propio Tribunal Supremo al encontrarse indicios que apuntaban a la culpabilidad de algunas personas aforadas. Este fue entonces el diagnóstico que hice de la situación:

Nadie sabe cómo acabará la instrucción en curso en el terreno estrictamente judicial y resultaría una irresponsabilidad prejuzgar unos hechos todavía bastante confusos en muchos extremos. De todos modos, las informaciones aparecidas en los medios de comunicación apuntan a la existencia de empresas cuyos directivos han mantenido relaciones estables con destacadas figuras dentro de la organización del PP, organizado actos de protocolo y electorales para el partido y obtenido concesiones y licencias administrativas a cambio de pagos a algunos cargos electos del PP. Estamos ante imputaciones bastante graves y de poco sirve ahora denunciar la intencionalidad política del instructor o recordar los graves casos de corrupción protagonizados por el PSOE (Filesa, Roldán, fondos reservados, etc.) en el pasado. El PP haría bien, pasada las inminentes citas electorales, en poner fin a su angustiosa agonía y renovar a fondo sus cuadros y estrategias para afrontar con garantías las próximas elecciones generales.

No hace falta decir que el Sr. Rajoy no siguió mi consejo. El éxito electoral en Galicia y el desgaste sufrido por el Gobierno a causa de la recesión económica crearon la impresión en la cúpula de Génova de que la tormenta era pasajera y bastaba con negar las acusaciones y aguantar a que el chaparrón amainara. El archivo de la causa contra el Sr. Camps en el Tribunal Superior de Justicia de Valencia en septiembre avalaba este punto de vista y la dirección del PP no cabía de satisfacción al ver los buenos resultados que le pronosticaban las últimas encuestas publicadas. Durante estos meses, al Sr. Rajoy ha seguido el guión al pie de la letra dejando por el camino algunas frases dignas de figurar en la antología de las más cien más desafortunadas de nuestra democracia. A principios de abril, cuando el Sr. Garzón había comenzado a destapar el tarro de las esencias, el Sr. Rajoy afirmó públicamente ignorando los graves indicios que ya pesaban sobre las espaldas del Sr. Bárcenas, senador y tesorero del PP, y del Sr. Galeote, eurodiputado del PP, que "nadie podrá probar que no son inocentes". Al parecer, al líder del PP le importaba un bledo que fueran o no inocentes, lo importante era que nadie iba a poder probar que no lo eran. Todo apunta a que se equivocó de lleno y hoy ambos están imputados al haber más que indicios de que el Sr. Bárcenas recibió sumas nada despreciables procedentes de la trama de empresas del Sr. Correa.

En febrero, el Sr. Rajoy puso también la mano en el fuego por los líderes del PP valenciano. Del Sr. Camps dijo que "es un político honrado, que se encuentra en un estado de indefensión" y apoyó sin titubeos a quien según él era un "dirigente ejemplar". Durante meses persistió en el error y acudió a Valencia a principios de septiembre para apoyar al Sr. Camps y a toda su plana mayor, imperturbable ante la avalancha de noticias que desvelaban actuaciones ilícitas y groseras conversaciones entre los cabecillas de la trama de empresas mafiosas y los principales dirigentes del PP valenciano. Incluso tras levantarse parcialmente el secreto del sumario y publicarse parte de su contenido, el Sr. Rajoy aconsejaba el 6 de octubre a los miembros de su partido que se concentraran en las labores de gobierno y oposición y miraran con "cierto sentido de la indiferencia" las dificultades "que todo el mundo sabe". Apenas un día después, tuvo que abandonar su impostada indiferencia y reconocer "que estamos ante una trama de corrupción para aprovecharse del PP y para utilizarlo en su contra". ¿Quiénes se aprovechan del PP? De momento, que se sepa, todos los indicios recaen sobre su tesorero y otros altos cargos del PP valenciano y madrileño.

Sr. Rajoy: los culpables de todo este nauseabundo espectáculo no son el Sr. Rubalcaba, ni la policía judicial ni los jueces, sino los nada inocentes, honrados y ejemplares dirigentes de su partido por los que hasta ayer mismo usted ponía la mano en el fuego. No me atrevo a pronosticar si el caso Gürtel acabará dañando las expectativas electorales del PP, habida cuenta de su escasa incidencia en las últimas citas electorales y del imparable desgaste del Gobierno a resultas de la recesión. Tampoco sé si usted continuará dirigiendo el PP en el futuro ni si llegará a presidente del Gobierno. Mi convicción es que, a la vista de las actuaciones y desapariciones que ha protagonizado en los últimos meses, no merece serlo. Me cuento entre los ingenuos ciudadanos que rechazamos enérgicamente que senadores, eurodiputados, presidentes de comunidad autónoma, diputados autonómicos, alcaldes y concejales, perceptores de pingües sueldos pagados con nuestros impuestos, mantengan relaciones personales y profesionales, cordiales y estables, con personas sin escrúpulos hacia cuyas empresas se desvía dinero público y de las que reciben a cambio importantes regalos en especie y metálico. Pero, lo que más nos ha indignado es que quien aspira a ser presidente del Gobierno los defienda y arrope, negando lo evidente, y salte de la nave en el último instante para intentar salvar su chamuscado pellejo.

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