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Clemente Polo

Puto amo

Mientras los mandamases del fútbol sigan empeñados en no adoptar medidas para enmendar los clamorosos errores arbitrales, los entrenadores y jugadores han de aceptar que las equivocaciones forman parte del juego y asumirlas.

Después del primer partido de la semifinal de la Liga de Campeones entre el Real Madrid y el FC Barcelona, el sólo en apariencia modesto y comedido Sr. Guardiola, entrenador del club azulgrana, dio rienda libre a sus furias internas y con lenguaje impropio de los buenos deportistas dirigió al Sr. Mourinho las denigratorias palabras que dan titulo a estas líneas. Contestaba así el técnico barcelonista la ironía que le había dirigido el entrenador merengue en una rueda de prensa previa, al incluirlo en el exclusivo club de entrenadores que critican a los árbitros no por equivocarse sino por acertar en sus decisiones.

No hace falta decir que Mourinho es un tipo propenso a fajarse cuerpo a cuerpo y consumado experto en avistar la paja en el ojo ajeno y pasar por alto la viga en el propio. Y aunque tal vez tengan razón quienes creen que algunas decisiones de los árbitros han favorecido al Barcelona en momentos decisivos, no resultaría muy difícil hacer un buen listado de jugadas en las que el Real Madrid resultó beneficiado. Los colegiados a veces se equivocan, como ocurrió al expulsar a Pepe con un rigor que bien pudiera haber aplicado al gladiador Alves, o al anular un gol a Higuaín por una inexistente falta previa de Ronaldo. Todo tan cierto como que el árbitro perdonó la segunda tarjeta a Carvahlo, Marcelo y Alonso.

En todo caso, mientras los mandamases del fútbol sigan empeñados en no adoptar medidas para enmendar los clamorosos errores arbitrales, los entrenadores y jugadores han de aceptar que las equivocaciones forman parte del juego y asumirlas. Mourinho tiene que encontrar fórmulas más eficaces para detener las subidas de Alves por la banda, atascar la creatividad de Hernández e Iniesta y neutralizar al imparable Messi. Pero ni siquiera si lo logra podrá sentirse satisfecho mientras la capacidad ofensiva del Madrid sea tan pobre como la que exhibió en los últimos enfrentamientos con el Barcelona. Resulta muy difícil (no imposible, como demuestra la victoria en la final de la Copa del Rey) ganar el partido cuando portero y defensas se limitan a enviar pelotazos al área rival y los impotentes delanteros se dedican a embestir a los defensas contrarios.

En los últimos partidos de la Liga, Madrid derrotó con solvencia al Valencia (2-5) y, según cuentan, el equipó hilvanó bastantes jugadas de mérito y remató a puerta. En el último enfrentamiento con el Barcelona, Lass sobresalió de la mediocridad del conjunto al tocar el balón con criterio. Y el Madrid arrolló también al Sevilla (2-6) tres días después de haber quedado eliminado de la Copa de Europa. Ése es el camino a seguir, Sr. Mourinho. Olvídese de los árbitros, la FIFA y UNICEF, los suplementos alimenticios del médico-dietista Ramón Segura, viejo conocido de Guardiola, y hasta de las provocaciones de quien fue modesto residente y hoy se sabe "el puto jefe, el puto amo" de la masía barcelonista. Su reto como entrenador es otro: preparar a su equipo para enfrentarse al Barcelona con la misma disposición ganadora que mostró frente al Valencia o Sevilla.

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