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Clifford D. May

¿Qué podemos hacer con Irán?

No está muy claro que la disuasión nuclear pueda tener éxito con extremistas religiosos que ven la vida y la muerte de forma diferente.

La política de "acercamiento" a Irán del presidente Obama puede considerarse como un experimento. Existía al menos la posibilidad de pensar que como antes Bush era el presidente –ese arrogante vaquero unilateralista–, los teócratas de Irán no querían acercamiento alguno con él.

Pero con un Obama que ya ha cumplido año y medio ya en el cargo, deberíamos reconocer lo obvio: Irán es gobernado por los seguidores del ayatolá Jomeini. Para ellos, lo que vale es aquello que Andrew McCarthy, en su inquietantemente lúcido libro The Grand Jihad (La gran yihad), denomina "el imperativo de la dominación islámica". Para ellos, por cuestión de principios, no debe haber ningún acercamiento con Estados Unidos. La meta debe ser desafiar, confrontar, humillar y, en su momento, derrotar al gran Satán (inshallah).

La política de "aislamiento"del presidente Bush –una política que el presidente Obama no abandonó– también ha fracasado. Irán nunca estuvo seriamente aislado y hoy sus gerifaltes se pavonean en la escena internacional como nunca antes. Mi colega Claudia Rosett ha documentado el creciente poder de Irán en la ONU y cómo el presidente iraní Mahmud Ahmadineyad y su ministro de Asuntos Exteriores, Manouchehr Mottaki son gratamente recibidos en diversas capitales del mundo.  

  

Han logrado forjar alianzas estratégicas con el dictador norcoreano Kim Jong-il y el dictador antiamericano de Venezuela, Hugo Chávez. Han hecho causa común con el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva y con el primer ministro turco Recep Tayyip Erdoğan.

Siria es cliente de Irán. Los esfuerzos de Obama para alejar a Siria de Irán no han servido para nada. Hizbolá, la subsidiaria terrorista de Irán, manipula a su antojo en el Líbano cada día más. Irán financia y da instrucciones a Hamás que sólo tiene un objetivo: exterminar a Israel, el pequeño Satán. Y puede que ahora Irán esté afianzándose en Sudán donde los islamistas en el gobierno son responsables por el genocidio de musulmanes negros en Darfur.

 

Es cierto queel Consejo de Seguridad de la ONU aprobó la semana pasada una resolución de sanciones contra Irán. Carece de fuerza pero sirve para dejar constancia de que, aunque no por primera vez, la "comunidad internacional" se opone al programa no tan secreto de armas nucleares de Irán. Eso le facilita el camino a Obama para imponer serias sanciones de su propia cosecha, si tiene ganas de hacerlo.

Si lo hace o no, o si lo hace y el resultado no es suficiente para producir el "cambio en el que podemos creer", espere oír mucho sobre la política que será propuesta para lidiar con un Irán nuclear: "contención". Dentro de la administración Obama y del establishment de política exterior de Washington, la contención tiene ya una lista creciente de defensores. Bret Stephens del Wall Street Journal los enumera y echa por tierra sus argumentos en un demoledor artículo. Como arguye persuasivamente Stephens, la contención está destinada a fracasar con consecuencias potencialmente catastróficas.

 

A George F. Kennan, diplomático que trabajó en la embajada de Estados Unidos en Moscú durante los años 40, generalmente se le atribuye la conceptualización de la contención como la respuesta americana a la Unión Soviética una vez que llegó a ser evidente que nuestro aliado de la Segunda Guerra Mundial se había convertido en nuestro adversario de la posguerra. La contención se consideraba menos beligerante que el retroceso (rollback): intentar hacer retroceder a la Unión Soviética hasta sus propias fronteras y que saliera de las naciones de la Europa del Este que habían sido liberadas de la bota nazi sólo para venir a caer bajo la bota comunista. Pero la contención era menos pacifista que el "apaciguamiento", la política que no consiguió evitar que Europa fuera arrollada por Hitler.

La contención implicaba el uso de medidas diplomáticas, económicas y militares para mantener arrinconado al imperio soviético. Para que la contención funcionara, las tropas americanas se quedaron en Europa, al oeste de la Unión Soviética y en Asia, al este de la Unión Soviética. En busca de la contención, Estados Unidos libró guerras contra los comunistas coreanos y vietnamitas. Y Estados Unidos apoyó a los insurgentes afganos que luchaban para acabar con la dominación soviética de su país.

Para poder aplicar una estrategia de contención en el caso de Irán será necesario, casi con toda certeza, colocar tropas americanas por tiempo indefinido en Irak y Afganistán, o sea al oeste y al este de Irán. En respuesta, Irán daría su respaldo a las fuerzas antiamericanas en esos países, como de hecho lo han estado haciendo por años, aunque las administraciones Bush y Obama hayan hecho caso omiso para evitar tener que hacer algo al respecto.

La contención significaría que Estados Unidos tendría que librar conflictos de baja intensidad durante mucho tiempo y en muchos lugares. El pueblo americano tiene la paciencia limitada cuando se trata de ese tipo de conflictos. Los estrategas de Irán entienden eso.

La Organización del Tratado del Atlántico Norte se creó, en gran medida, para agrupar a esas naciones que creían necesario contener a los soviéticos. La OTAN todavía existe pero es poco probable que pueda ser reformada para abordar la amenaza que representa un Irán nuclear y los regímenes y grupos terroristas que Irán controla. Si la OTAN hiciera tal transición, muy probablemente tendría que expulsar a Turquía, el único miembro de la alianza con mayoría musulmana cuyo gobierno actual es abiertamente islamista.

La disuasión nuclear también era un componente clave de la contención. Fue efectiva porque los soviéticos que, al ser materialistas y ateos, veían la muerte como algo altamente indeseable. No está muy claro que la disuasión pueda tener éxito con extremistas religiosos que ven la vida y la muerte de forma diferente.

"Una nación que destaca a la hora de la muerte será bendecida por Alá con una vida de dignidad y paraíso eterno", dijo Mohamed al Baltaji, vicesecretario general del contingente parlamentario de la Hermandad Musulmana egipcia y pasajero de la flotilla que recientemente intentó llegar a Gaza. De igual forma harto conocida dijo Jomeini: "No adoramos a Irán, nosotros adoramos a Alá. Porque el patriotismo es otro nombre para el paganismo. Y digo, dejen que esta tierra [Irán] arda. Y digo, dejen que esta tierra se convierta en cenizas con tal de que el islam emerja triunfante en el resto del mundo".

No puede haber acercamiento con los que tienen esa opinión. Los intentos de aislamiento han fracasado. La idea de queuna política recalentada de la época de la Guerra Fría logrará "contenerlos" es algo absurdo, especialmente una vez que tengan armas nucleares en sus manos. Convertir la contención en el gran pilar de la estrategia americana de seguridad nacional es lanzarse a un experimento cuyos resultados son completamente predecibles y será muy doloroso para Estados Unidos y para, lo que en épocas más fiables solíamos llamar, el Mundo Libre.

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