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Cristina Losada

A Rubalcaba no le gusta decir “no”

Su gran preocupación, tras votar en el Congreso, es que en Cataluña crean (¿quiénes?) que son lo mismo que el PP y UPyD.

El Congreso se ha pronunciado contra los planes separatistas del Gobierno de Cataluña a través de una moción bien negociada por el partido que la promovía. UPyD prefirió acertadamente que fuese aceptada por las principales fuerzas políticas a mantener estricta fidelidad a su texto. En política tiene a veces más importancia el gesto que el contenido, y el valor simbólico de que el 85 por ciento de la Cámara rechazara el proyecto secesionista es superior a que lo hiciera en proporción menor por el descuelgue, en este caso, de los socialistas. Pero, ¡ay!, el PSOE no aguantó más de un minuto en posición de firmes, o sea, en la posición que acababa de votar en el Hemiciclo, y enseguida llegó tío Alfredo con las rebajas.

Rubalcaba se puso el traje pragmático para asegurar que no se arreglan los problemas rechazando cada quince días el referéndum anunciado por Mas y dando vivas a la Constitución. Esto, me temo, ya lo sabíamos y hasta sabemos que hay problemas que no tienen arreglo, que era por cierto lo que pensaba el filósofo Ortega acerca del nacionalismo catalán. Pero la inquietud de Rubalcaba por si se repite quincenalmente la jugada es como alancear a un muñeco de paja. Esta era la primera vez que la sede de la soberanía nacional, que es el núcleo que amenaza el plan separatista, se pronunciaba al respecto. Lo hacía dos meses y pico después de que Mas fijara fecha y pregunta o algo parecido para un referéndum, y un año largo después de que el Parlamento catalán aprobó que el "pueblo catalán" puede decidir si se separa de España. Ya era hora de que el Parlamento dijera algo, que si hay algo consustancial al parlamento es el decir.

La segunda estrofa del líder socialista iba con el no. Que no se puede decir "no, no y no", que nada se arregla y es contraproducente. ¿Entonces hay que decir ? Pues tampoco. Ni sí ni no, sino todo lo contrario. No, pero sí, y sí, pero no. Para que luego hablen de los gallegos. Pero esta empanada de los socialistas es estrictamente suya y de su partido hermano o socio, el PSC. Su gran preocupación, tras votar en el Congreso, es que en Cataluña crean (¿quiénes?) que son lo mismo que el PP y UPyD. Es decir, que alguien crea que se han pasado al bando de los separadores, que se han metido en el tren que quiere chocar con el tren que conducen los separatistas, y que buscan, ¡horror!, la confrontación. Tales son las metáforas banales y falaces con que los socialistas han revestido su íntima repugnancia a oponerse sin evasivas al desafío a la ley y a la democracia de Artur Mas.

De hecho, esa resistencia del PSOE y del PSC, esa disposición suya al arreglo con los nacionalistas, esas ofertas de buscar otro encaje de Cataluña en España, son una parte, y una parte muy notable, del problema. Empiece Rubalcaba por solucionar el suyo. No habría llegado tan lejos Mas si desde su primera bravata se hubiera encontrado con el resuelto no de un bloque similar al que aprobó la moción en el Congreso.

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