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Cristina Losada

¿Adiós a las tramas?

Pues bien, después de haber inducido a la opinión pública a creer en una conjura y a vislumbrar en ella la silueta del partido rival, PSOE y BNG han votado en contra de una comisión de investigación.

Repasemos. Los socialistas y los nacionalistas gallegos difundieron urbi et orbi que los incendios de este verano respondían a una nueva tipología, estaban planificados y eran obra de una trama, tiro que apuntaban con más o menos disimulo hacia el PP. Touriño, el que dice que nunca habló de tramas organizadas, realizó el 14 de agosto, en plan solemne, una declaración en la que se refería a "incendios estratégicos" provocados por quienes "sabían lo que hacían", y advertía que los "infames sabotajes" no detendrían la marcha triunfal de su gobierno. En numerosas ocasiones ha descrito la oleada de fuegos como "un acoso incendiario". En la misma sesión parlamentaria en la que negaba su apego a la tesis de la trama, calificaba lo sucedido de "ataque masivo y criminal". Touriño no pronunció en público la palabra maldita, pero todo cuanto decía llevaba implícita la existencia de una mano negra. No hay sabotajes, estrategias, planificaciones, acosos y ataques masivos de generación espontánea.

Portavoces socialistas gallegos hicieron señales con en el mismo humo tóxico. Ismael Rego diría que se prendió fuego "de forma planificada" y que se trataba de "una estrategia" para "hacer daño", esto último, un descubrimiento que compartiría con Rubalcaba. Ricardo Varela se apuntó a la "estrategia". El alcalde socialista de Compostela denunció el intento de cercar con fuego la residencia oficial del presidente. El gran enviado especial buscatramas, el ministro del Interior, insistió en los incendios "estratégicos" y resaltó el "grado de preparación muy llamativo" de sus autores. Narbona apuntó a una red de "despechados". Y, claro, Conde-Pumpido, de vacaciones en el mar, no se resistió a perorar sobre una posible "trama organizada".

En el campo nacionalista se anduvieron, si cabe, con menos cautelas. El número dos del gobierno se despachó hablando de "un ataque indiscriminado, masivo y terrorista contra el cambio de política para el medio rural que protagoniza el BNG" y declaró que el gobierno estaba preparado para el fuego "pero no para una guerra". El diputado del Bloque en el Congreso, Francisco Rodríguez, se explayó acerca del "sabotaje", los "jóvenes técnicamente preparados" que estaban "infiltrados" en las brigadas, y dijo que "todo el mundo tiene claro" que había sido "intencionado".

De la artillería más pesada se encargaron los "independientes". Fueron Manolito Rivas y Suso de Toro quienes dijeron a las claras, y por escrito, lo que deseaban indicar los demás: que las orejas y el rabo del PP y/o afectos asomaban tras los montes en llamas. En palabras del primero, "hombres que no soportan haber perdido el poder". Del segundo: "una trama conspira para incendiar un país y desafiar a su gobierno". O bien: "hay fuerzas organizadas que están planteando un pulso a la nueva Administración gallega". Ambos salpicaron sus cogitaciones de términos como "estrategia bélica", "estrategia de sabotaje", "guerrilla insurgente" y "gran logística".

Pues bien, después de haber inducido a la opinión pública a creer en una conjura y a vislumbrar en ella la silueta del partido rival, PSOE y BNG han votado en contra de una comisión de investigación. Esa negativa constituye el desmentido más contundente de la existencia de los planificadores, los estrategas y los saboteadores que pregonaban. Significa que saben perfectamente que la comisión no descubriría otra cosa que un reguero de imprevisiones e incompetencias. Supone el reconocimiento implícito de que engañaron a la gente. Pero no lo reconocerán ni archivarán tampoco la fantasmagoría. Quedará sobrevolando, alimentando la fantasía de los incautos, y nutriendo a los que desean, ante todo, permanecerles fieles. No ver para creer.

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