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Cristina Losada

Atrévase, Zapatero

A la vez que presentan el aumento de la carga fiscal como benéfico y maravilloso, anuncian por boca de Zapatero que sólo será limitado, temporal, moderado y prudente. Asombroso.

No hay que esperar un déficit de demagogia en la reentré. En su faceta de compañero del metal, Zapatero hará saber a la famélica legión que se reunirá el domingo próximo en Rodiezmo que está de suerte, pues se les van a subir los impuestos a los ricos. Ja y ja. De la tal subida, las grandes fortunas no se enterarán. Y las bases socialistas prometen permanecer tan ajenas a ese agravio como al que les infligió el presidente un año atrás. Dijo el 7 de septiembre, en la ritual fiesta minera, que jamás daría dinero para salvar empresas y firmó el 7 de octubre el primero de dos multimillonarios fondos de ayuda a la banca a cambio de nada. Ceguera voluntaria se llama: el ojo ve, pero el corazón de izquierdas se ocupa de obnubilar la mente.

Las eminencias del PSOE aseguran estos días que la subida de impuestos es buenísima. El portavoz Alonso dice que "será clarísimamente beneficiosa para el conjunto de los ciudadanos y también para las clases medias y, sobre todo, para las rentas más bajas". Sobre todo, incoherencia. Pues a la vez que presentan el aumento de la carga fiscal como benéfico y maravilloso, anuncian por boca de Zapatero que sólo será limitado, temporal, moderado y prudente. Asombroso. Si va a ser una bendición para la suerte de los españoles de todas las clases, si resulta que es lo mejor que nos podía pasar en este momento, no tiene ningún sentido que se le impongan barreras. Ni de tiempo ni ninguna otra. Habrá que subir los impuestos para siempre y dejarse de medias tintas.

No se atreve Zapatero a ese ejercicio de consistencia. Cierto que el Ejecutivo no ha salido de Rodiezmo. Allí está desde que dio en reconocer –a la fuerza ahorcan– la existencia de una crisis. Instalado en la retórica populista diseñada para persuadir al propio votante de que lo suyos no harán pagar la debacle a los más desfavorecidos. Cuando ya la están pagando. Pero quien no la quiere pagar al precio electoral debido es el Gobierno. Y así vive en la perpetua trampa y la contradicción permanente.

En Libre Mercado

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