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Cristina Losada

El héroe de pistola de Quim Torra

Daniel Cardona estuvo implicado en "acciones armadas" y se sospechó que había tenido contactos con la sección extranjera del partido nazi alemán. No disimulaba su racismo.

Daniel Cardona estuvo implicado en "acciones armadas" y se sospechó que había tenido contactos con la sección extranjera del partido nazi alemán. No disimulaba su racismo.
Desfile de milicianos de Estat Catalá | Archivo

Quim Torra es un admirador de Daniel Cardona. Hace cuatro años, el ahora presidente de la Generalitat escribía que Cardona había sido uno de los "pioneros de la independencia" y ensalzaba su "joven audacia", su "indómita intransigencia" y su "tozuda voluntad de ser cueste lo que cueste". Le entusiasmaba que estuviera "en las antípodas de tantos cosmopolitas perdidos en el espacio sideral y de tantos extremistas de centro, incapaces de entender que haya gente que dedique su vida a un ideal". Y celebraba la recuperación de Cardona y similares personajes como una señal de que "las líneas paralelas del independentismo y el catalanismo se han hecho una sola, más recta, más gruesa, más imparable".

Torra estuvo entre los asistentes destacados a un homenaje que se le rindió a aquella figura negra. Cardona (1890-1943) fue miembro de Estat Català, fundador de Bandera Negra, luego de Nosaltres Sols! y de la clandestina Organización Militar Nosaltres Sols!, integrada en el Partit Nacionalista Català, a su vez integrado en el reconstituido Estat Catalá, y cofundador, ya en el exilio, del Front Nacional de Catalunya. Estuvo implicado en "acciones armadas" y se sospechó que había tenido contactos con la sección extranjera del partido nazi alemán. Cardona no disimulaba su racismo.

En los textos que publicó en diversos periódicos (La Tralla, L’Estat Catalá, Nosaltres Sols) no deja lugar a dudas: "El nacionalismo, que es un hecho natural y tiene una base científica, no debe ni tiene nada que temer de estas falsas teorías que se alzan a su derecha y a su izquierda. La razón de su existencia la debe a la realidad de la Naturaleza, al cumplimiento de las leyes étnicas". "Un cráneo de Ávila no será nunca como uno de la plana de Vic. La Antropología habla más elocuentemente que un cañón del 42", dejó escrito en 1923. No ahorraba elogios a Sabino Arana. El nacionalismo catalán, dijo también, tenía la obligación de "ir contra la degradación de nuestra raza".

Este personaje, y no hemos hecho más que empezar a hablar, es uno de los referentes de Quim Torra. Pero, más que en aquel homenaje explícito, su sintonía con Cardona se deja ver en uno de los artículos que publicó en 2009. Narra ahí que se topa en la calle, en Barcelona, con "grupos de chicos y chicas que hablan en castellano". Una molestia. De que "sales a la calle y nada indica que aquella sea la calle de tus padres y tus abuelos: el castellano avanza implacable, voraz, rapidísimo; abres los diarios y miras la televisión y te hablan de cosas que no tienen nada que ver contigo y con tu mundo". La invasión está por todas partes. Los invasores y la lengua invasora avanzan implacables y destructores. Torra terminaba disculpándose por su pesimismo, debido quizá –decía– a que acababa de asistir a unos partidos de fútbol infantiles: "A una mañana multicultural, diversa, mestiza, de convivencia plural, plurilingüe, cosmopolita, integradora, sostenible y abierta". Ninguno de esos rasgos le complacía.

En cuanto lo leí pensé en Cardona. Porque ese sujeto tiene una pieza en la que bien podría haberse inspirado Torra. El tema es idéntico: los invasores y la lengua invasora en las calles. Las fobias son las mismas. Las anécdotas más numerosas y sabrosas. En aquel entonces, en los periódicos se escribía extensamente. Se publicó en L’Estat Català, la revista que editaba el diputado Francesc Maciá, el 15 de marzo de 1923. El título: "La Ocupació castellana". En el libro de Francisco Caja La raza catalana aparece prácticamente íntegro, traducido al español. De ahí cito.

"Nada más despertarnos, y ya tenemos el enemigo ante nosotros. De él es el primer Dios os guarde. Subimos al tranvía y el cobrador castellano nos pide el importe. A nuestro lado oímos el castellano más cerrao, como si estuviésemos en el barrio madrileño de Lavapiés".

"Vamos al limpiabotas, y es castellano; vamos al barbero, y nos habla castellano. Las barberías barcelonesas son un foco de españolismo. Si hemos de esperar tanda tenemos que pasear nuestros ojos por unos semanarios madrileños –Mundo Gráfico, Nuevo Mundo– donde vemos a los héroes españoles liberados. Cuando os toca el turno os es necesario hablar, con una angustia insufrible, del general Navarro, del sargento Vasallo, de Gaona, de Sánchez Guerra o de la bayadera Granito de Sal…".

"Salimos porque nos sentimos pagesos en nuestra casa. Vamos al banco, y otra vez el castellano. Castellano el ordenanza, castellano el jefe de la sección correspondiente. Vamos a una dirección y la portera es castellana. El noventa por ciento de las porterías de la capitalidad catalana están regidas por castellanos".

"Si el catalán es un devoto cristiano, ya puede ir buscando con tiempo su director espiritual. En los jesuitas campa el castellano como si uno se encontrase en el Café Fornos de Madrid. (...) en el Colegio de San Ignacio es donde se educa a una juventud catalana con un pensamiento irreductiblemente español".

"En castellano típico se habla en los cabarets y music-halls de diversa graduación y clase. El music-hall es una batería que bate continuamente a las huestes catalanas. Allí, la doble y oscura tarea de la desnacionalización. El Paralelo castellano ha matado a más juventud catalana que todas las tierras rifeñas juntas (...) Allí, a uno le dicen ‘príncipe’ y ‘bien mío’ y cosas dulces en castellano. Allí el hombre se siente macho y ajustándose la faja cree ser algo extraordinario al comprobar que se hace con todas unas artistas como la Palillos o la Cartagenera".

"¡Ay de la masía solitaria! ¡Ay del camino trillado que sube la montaña verde y ufana! ¡Ay de la huerta en donde florece el manzano y canta el arroyo de agua cristalina! ¡Nunca más, oh casa pairal, oirás las pisadas firmas de tu hereu! (...) El hereu no volverá. Ahora se ha hecho un hombre. Madrid, el Madrid putrefacto te lo ha matado".

"¡Oh, padres catalanes que no queréis que vuestros hijos se metan en política y les regateáis con esta excusa el permiso para que aporten su esfuerzo a la causa noble de la Patria! ¿No vale más que caigan tendidos por un tiro de broving (sic) que no que caigan por siempre más en este surménage moral y físico?

"Guerra a esta invasión castellana. España nos tiene sometidos como un pueblo conquistado. (...) ¿Qué expoliación más directa que esta mutilación constante del alma de los catalanes?".

"¿No nos tiene sometidos España en una guerra constante y deliberada? ¿No perdemos nosotros, los catalanes, cada día que se levanta el sol, una hueste muerta por el enemigo? ¿Cuándo acabaremos con este alud invasor de catedráticos, de maestros, de oficiales, de capellanes, de tanguistas y bailaoras?"

"La causa de Cataluña no pide ahora políticos. La causa de Cataluña requiere una brownin (sic) en cada bolsillo para hacer que se respete nuestro derecho y nuestra dignidad de catalanes ofendidos por una sumisión vergonzosa".

Esto es para saber de quién y de qué estamos hablando. Es la "joven audacia" de Cardona la que habla. La audacia y la intransigencia que entusiasman a Torra. Este era Cardona. El pionero, el adelantado, el faro y guía, el hombre que dedicaba su vida a un ideal, el maestro que dio una lección, todo ello según Torra. "¡Qué bellísima lección!", exclamó el hoy presidente de la Generalitat en su artículo de homenaje. ¿La lección de que hay que poner una Browning en cada bolsillo, señor Torra?

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