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Cristina Losada

El precio de la luz y de la demagogia

Hay medias verdades, hay mentiras y luego está lo de Podemos.

Hay medias verdades, hay mentiras y luego está lo de Podemos.
Agencia

Asistimos estos días a la reposición del espectáculo sobre cómo lidian los partidos con su propia demagogia. No ha sido una reposición voluntaria, sino obligada por la subida de los precios de la luz y el gas en pleno temporal de frío y nieve, y en plena oleada epidémica. Los dos partidos del Gobierno han recurrido a distintas estratagemas para salir indemnes de la comparación con las posiciones que mantuvieron cuando hubo subidas, aunque inferiores a éstas, y se encontraban en la oposición. Naturalmente, no han hecho referencia a las inflamadas críticas que vertieron en aquellas ocasiones. Es el primer punto del manual: el pasado demagógico no existe. La nueva hornada demagógica debe salir como si estuviera fresca y crujiente para que el público vuelva a comprarla.

Los socialistas han optado por densificar la tinta de calamar. La ministra portavoz Montero es experta, no en confucianismo, pero sí en confusionismo. Si algo se le pudo entender a la portavoz gubernamental es que la subida se reduce a un asunto puntual del que no hay que preocuparse, puesto que al cabo del año la factura va a bajar, gracias a una serie de complicadas operaciones que está llevando a cabo el Gobierno. Algo, no obstante, se le entendió mejor: el Gobierno no va a tomar una medida que estaría en su mano, como bajar el IVA. ¿Por qué? Porque, según la portavoz, la Comisión Europea ha advertido a España de que no puede pasarse con el IVA reducido. Montero ya tiene práctica en estos asuntos. Las hizo con el IVA de las mascarillas. Es verdad que cualquiera, incluida la ministra, puede informarse de que hay países de la UE donde el IVA de la luz es mucho más bajo que en España, pero el precio político de las medias verdades, de momento, está tirado.

Hay medias verdades, hay mentiras y luego está lo de Podemos. Una categoría aparte. Con Rajoy, establecieron que la causa de la subida de la luz era “la codicia de las eléctricas” y que el Gobierno, al no impedirla, era “cómplice”. Aquello era de cuando Iglesias predicaba en contra de los pecados capitales, pero ahora que su púlpito es el Gobierno cómplice ha tenido que distraer a los fieles. A las noticias sobre la subida del precio de la luz, los dirigentes de Podemos respondieron con la situación de la Cañada Real. A más noticias sobre la subida de la luz, más dramáticas sus denuncias sobre la falta de electricidad en esa barriada. Pero no fue distracción suficiente. Pasaron al programa máximo: reforma urgente del mercado eléctrico y nacionalizaciones de empresas energéticas. No lo factible, sino lo imposible. La copa demagógica a rebosar.

¿Será que cuanto más sube el precio de la luz, más baja el precio de la demagogia? Lo único que puede decirse con alguna certeza es que, cuando está generalizada, la demagogia sale barata. Acaba provocando un repudio general de los representantes políticos. Pero, de entrada, en esas condiciones, que no están lejos de ser las nuestras, sale prácticamente gratis.

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