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Cristina Losada

El puzzle y el sudoku

Muchas de las voces críticas claman contra el hecho de que Cataluña se lleve la parte del león. Pero cuanto más señalan los dedos acusadores a Cataluña, más se olvida que los leones de esta historia se encuentran en la Carrera de San Jerónimo.

Cuando se discutió en las Cortes de la República el Estatuto de Cataluña, el periodista Camba contó en un artículo cómo tuvieron que llevar a Ortega y Gasset por la noche al Congreso para que explicara que los conceptos de federalismo y autonomía no eran análogos, sino opuestos. Nadie sabía eso en la cámara. "Para aquellos energúmenos era lo mismo ensamblar las piezas de un puzzle a fin de formar un cuadro, que coger un cuadro y hacerlo añicos al objeto de crear un puzzle", escribió don Julio. Ahora se le ha llamado sudoku a la ensalada de cifras que quedó sobre la mesa una vez destrozado el cuadro de la financiación autonómica.

El culpable del estropicio se encuentra en la misma sede a la que llevaron a Ortega a ilustrar a los energúmenos. Fue el Congreso de los Diputados quien aprobó el nuevo Estatuto de Cataluña que está en el origen del entuerto. Muchas de las voces críticas contra el modelo de financiación presentado por Salgado a media luz claman contra el hecho de que la autonomía catalana se lleve la parte del león. Pero cuanto más señalan los dedos acusadores a Cataluña, más se olvida que los leones de esta historia son los que se encuentran en la Carrera de San Jerónimo. Fueron los depositarios de la soberanía nacional, con los votos de la mayoría y, en primer lugar, del partido de Zapatero, quienes decidieron cargarse el cuadro y enredarse en un sudoku irresoluble.

Ah, pero lo han resuelto, objetarán algunos. Ha sido una jugada maestra, dicen otros. Si incrementar la deuda y el déficit, aumentar las desigualdades y romper el principio de cohesión demuestran maestría, adelante con los faroles. También habrá quien elogie la habilidad de un estafador en lo suyo. Es muy fácil pagar con el dinero que no se tiene y que apoquinen los que vengan detrás de uno. Entretanto, fiesta. Y fiesta grande allí donde haya tocado un trozo mayor de la tarta. Las autonomías harán con los millones lo que les venga en gana, sin control alguno. No en vano se ha establecido como norma superior que el Estado no decide cómo se financian las Comunidades. Son ellas las que ordenan la financiación del Estado. Y, huelga decir, unas más que otras. Todo por voluntad y decisión del Gobierno de España, el de los anuncios.

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