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Cristina Losada

El rearme afgano de Sánchez

Marchó el mago Redondo, pero el relato continúa.

Marchó el mago Redondo, pero el relato continúa.
Sánchez y Von der Leyen en el centro de acogida de refugiados en Torrejón | EFE

La desastrosa evacuación de Afganistán ha dejado a Biden con su nivel de popularidad más bajo desde que tomó posesión del cargo. Primeros ministros de países europeos que estuvieron implicados en aquel país y ahora lo están en el fiasco han tenido que hacer frente a un alud de críticas. Hasta el niño bonito, el canadiense Justin Trudeau, ha debido soportar, al mal tiempo buena cara, la presión de la prensa y del público. Y, sin embargo, en España resulta que el Gobierno al completo y su presidente en particular están ganando puntos con su gestión de la crisis.

Marchó el mago Redondo, pero el relato continúa. La factoría gubernamental funcionará con otros publicistas al frente, pero no son menos audaces que sus predecesores a la hora de ponerse a transmutar la basura en oro. Seguramente no hay ningún otro Gobierno afectado que haya tratado de convertir esta actuación tardía, negligente y torpe en Afganistán en una operación de autobombo como la que está haciendo el de Sánchez.

No he visto nada igual. Los he visto poner excusas, tirar balones fuera y culpar a otros: Occidente, así en general, es una diana lo suficientemente grande como para que se difumine la responsabilidad de cada cual. Unos pocos, después de todas esas maniobras exculpatorias, al menos han dicho asumir la parte de culpa que les tocaba: por no ver venir lo que venía, por apoltronarse y no hacer nada a tiempo, por carecer de voluntad y capacidad para hacer algo cuando Estados Unidos deja de hacerlo.

Donde otros Gobiernos han visto una situación pésimamente gestionada de la que había que rendir cuentas de algún modo, el nuestro ojeó una oportunidad para sacar rédito político. Una foto en portada en el Washington Post del primer avión español que salió de Kabul con 53 personas se elevó a prueba fehaciente de que la evacuación organizada por el Gobierno español despertaba aplauso y admiración en el mundo. Inventada esa bendición internacional, el Gobierno encontró el camino: buscó y consiguió la bendición europea de Von der Leyen y, ya para nota, logró la aprobación del mismísimo autor de la catástrofe, Joe Biden. Pues nada, a pavonearse.

La ministra de Defensa, en un amago de reconocer errores, dijo que "se ha fallado en muchas cosas", pero sigue sin dar cuenta de ningún fallo en concreto. Ampliar el campo de los errores sirve para que se vean, si acaso, muy borrosos. La realidad es que el Gobierno de España aprobó un plan para la salida de Kabul el 13 de agosto y que el día 15, con la entrada de los talibán en la ciudad, aquel plan quedó hecho trizas. La realidad es que el Gobierno pudo haber empezado antes la evacuación y no lo hizo, y ahora hay que intentar arreglar el desaguisado con la heroicidad de unos pocos. Pero la factoría del relato no está dispuesta a que la realidad estropee el titular. Aunque deberían ir con más cuidado. Han puesto por ahí que "Sánchez se rearma con la evacuación afgana". Bueno, rearmarse, lo que se dice rearmarse, eso lo están haciendo los talibanes.

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