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Cristina Losada

El rigor de ZP

En cualquier caso, Zapatero tiene la "máxima voluntad". La de ignorar cuantos hechos desvelen los engaños sobre los que ha fundado la negociación política con los terroristas.

Zapatero ha fundamentado su imagen en el hecho de no ser riguroso. No lo es bajo ningún concepto ni con concepto alguno. Entre ellos, y en primer lugar, el de nación, siempre que se trate de la española. Pruebas ha habido de su falta de rigor, tanto en el trabajo como a la hora de atenerse a aquellas proclamas suyas sobre la democracia deliberativa y hierbas similares. La esencia del producto ZP era y es la ausencia de severidad, firmeza, consistencia y coherencia. El "todo es relativo" con el que nos resumían la ley de la relatividad los que no la habían entendido, ni probablemente leído, sintetiza sin embargo con rigor la ley política y vital del presidente por accidente. Y no negaré que esa mercancía tiene compradores. España y Europa entera, las sociedades prósperas, son un invernadero de frágiles consumidores de discursos políticos moldeados a su condición vegetativa. Retóricas blandengues, que regalan los oídos del que no quiere saber de problemas, reconfortan al que no desea esforzarse, y se inclinan como juncos a ese viento dominante formado por los susurros que se elevan desde millones de sofás: no nos estropeéis la fiesta.

Y una fiesta que no ha querido fastidiar Zetapé es la que viene celebrando ETA desde que se sabe interlocutor. Con todas sus tropelías ha sido permisivo. Así que no estarán temblando después de que anunciara que empleará "el máximo rigor" en acreditar su voluntad de dejar las armas. Acababa de dejar caer el presidente, en uno de esos corrillos que prefiere a las ruedas de prensa, pese a ejercerse en ellas el mayor control, que el asesino De Juana Chaos era un Gandhi redivivo. Y había servido a los proetarras la ocasión de felicitarse por haber puesto la pica en Estrasburgo. Ah, cuidado, que decir que en el foro europeo ETA marcó un tanto, es hacerle el juego a la banda... O sea, que los que denunciaron el triunfo que se anotó Hitler con los pactos de Munich, reforzaban al führer nazi.

El robo de 350 pistolas por ETA ha sido un mensaje tan transparente que ZP ha tenido que anunciar rigor para opacarlo. Más, en vísperas de las elecciones catalanas. El discurso-junco se dobla hacia un lado u otro, según la circunstancia. Estamos ante una producción para el "consumo interno". Una de comida rápida, y no por sus calorías, de las que carece, sino por la velocidad con la que ha de desaparecer. Que viene a ser la misma con la que olvidan los que creen o quieren creer en él. Pues ya dio por verificado todo, y anunció un "diálogo" según una ambigua resolución del Congreso que requería señales de una voluntad inequívoca. ¿De qué? De abandonar las armas. No de seguir acumulándolas. Cierto que sentenció algún Séneca del gobierno que no importan las armas sino la voluntad de no usarlas.

El rigor de ZP se perfila como el de los nacionalistas de Zarauz, quienes tras descubrirse una lista con datos de concejales y policías, típicamente preparatoria de atentados, le han pedido a Batasuna que "opine" sobre el asunto. Y han advertido a los proetarras no de que los vayan a expulsar de los plenos municipales, donde los acogen con gusto, sino de que así obstaculizan el "proceso". Pero, ¿no les había mirado López a los ojos? En fin, con parecida intransigencia, los correveidiles de ZP pedirán a ETA que explique la razón de que robara los revólveres. Porque a lo mejor, a lo mejor, las quiere sólo para disparar al aire. Y, en cualquier caso, Zapatero tiene la "máxima voluntad". La de ignorar cuantos hechos desvelen los engaños sobre los que ha fundado la negociación política con los terroristas. Cómo pedirle rigor si la severidad la reserva para su principal causa, que es machacar a la oposición.

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