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Cristina Losada

España, la estranguladita

El partido socialista podía haber protagonizado desde el Gobierno esa rebelión contra Bruselas que preconiza ahora. Nada impedía que Salgado, pongamos, saludara a Juncker con una pedorreta y le dijera que de reducir el déficit, nada, monada.

Juncker, presidente del Eurogrupo, recibió al ministro de Economía español echándole las manos al cuello y su gesto, además de resolver las portadas de los periódicos, les solucionó el día a los socialistas. Ya teníamos metáfora. Mira que bien: Bruselas estrangula a España.  Es facilona, pero la comunicación política nunca anda  sobrada de imágenes, o sea, de ideas. También, y en consecuencia,  es falaz, pero eso va en el precio.  No se hace demagogia sin violar la realidad de los hechos o, para el caso,  de los gestos. Y, en fin,  ahí estaba la portavoz Rodríguez,  presta a explicar la situación con su tono de alumna premiada por buena conducta. Vean a la pobre España, víctima de brutal asfixia y, además, contenta. Pues no era sólo ni principalmente que Bruselas nos estrangulara. Lo esencial es que el Gobierno del PP se deja. ¿O no vieron la sonrisa del ministro? Ay, Macarena.

Fuera del ámbito pulp fiction,  el extraño caso de la España estranguladita –con su consentimiento-  ofrece, en realidad,  poco misterio. Se podrá discutir si el Eurogrupo impuso a Rajoy que reduzca el déficit a tanto; si fue Rajoy quien impuso al Eurogrupo que no haya que podarlo más; si el  regateo se saldó con el clásico reparto de la rebaja. Pero es indiscutible que el embrollo viene del incumplimiento de un compromiso que adquirió el anterior Gobierno. Podía haber protagonizado entonces el partido socialista esa rebelión contra el diktat de Merkel  que  preconiza ahora. Nada impedía que  Salgado, por ponerlo en fotos,  saludara a Juncker con una pedorreta, y le dijera que del seis y el cuatro,  nada, monada.   Sin embargo,  prefirió  obedecer a los mayores, fingir que tomaba el ricino y despedirse a la griega,  esto es, con un bonito y oculto agujero en las cuentas.

Las imposiciones de Europa  sirven para un manirroto y para un descosido. Zapatero las aceptó a su manera, ya conocida, pero no las denunció por estranguladoras. Y siempre negó que le fueran impuestas. No apelaba a la soberanía nacional, quizá por no tener muy claro lo de la nación, pero el PP le criticó  por plegarse a dictados externos. Ahora se intercambian –aproximadamente- los papeles. Los miembros de la eurozona han transferido soberanía, como también los de la UE, aunque disponen de un margen de maniobra. Rajoy lo ha utilizado para conseguir un respiro. Los socialistas lo emplearon para escabullirse de lo pactado. En lugar de hacer penitencia, propugnan  un motín contra la pérfida Bruselas. En lo político, España se estrangula sola.

La Sra. Losada es periodista y escritora. Comentarista político de esRadio. Autora de Morfina roja (Libros Libres, 2008) Miembro del panel de Opinión de Libertad Digital.

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