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Cristina Losada

Hablar, pensar, mentir

Álvarez reúne todas las cualidades que distinguían a los cargos del socialismo real, y alguna otra. Cree, por ejemplo, que piensa más rápido de lo que habla, aunque hay serios indicios de que habla más rápido de lo que piensa.

Mientras la vicepresidenta De la Vega afirmaba entre risas que "año de nieves, año de bienes", miles de personas padecían –padecíamos– las consecuencias de una monumental imprevisión. La cosa no tenía maldita la gracia, ni para los que quedaron empantanados en sus vehículos ni para los que esperaron durante horas o días en el principal aeropuerto de España y en otros. En Barajas, como después, escuchando aquel comentario jocoso, los balbuceos de Álvarez y las falacias de Zapatero, uno tenía la impresión de encontrarse en un país socialista de los del telón de acero, donde la incompetencia y cerrazón burocráticas corrían parejas con un profundo desprecio hacia el ciudadano, condición allí por completo ficticia y aquí, camino de ello.

Álvarez reúne todas las cualidades que distinguían a los cargos del socialismo real, y alguna otra. Cree, por ejemplo, que piensa más rápido de lo que habla, aunque hay serios indicios de que habla más rápido de lo que piensa. Si doña Maleni no ocupara un alto puesto y dirigiera un ministerio, habría que dejarla estar. Meterse con ella es como meterse con un niño. Pero su sintaxis dislocada, su arrogancia chulesca y el fraudulento contenido de sus intervenciones certifican su pertenencia a esa especie de kindergarten para mayores que es el Gobierno Zapatero. He ahí su última sentencia o amenaza: "Barajas se cerrará las veces que sea necesario". De aplicar el manual de campaña socialista o pepiñáceo, diríamos que hay una oscura conspiración gubernamental para cargarse ese aeropuerto e incluso el tráfico aéreo.

Zapatero echa el lastre de la responsabilidad sobre una "concurrencia de circunstancias" y la culpa, a la inexactitud de la meteorología. Pues resulta que los hombres y mujeres del tiempo avisaron de una nevada, sí, pero de unos cuantos centímetros menos. Y como nadie sabe que la meteorología ofrece predicciones inexactas, nadie en AENA ni en Fomento hizo preparativo alguno para afrontar la nieve. Pasado el trance, la prioridad es encontrar un chivo expiatorio, tarea en la que nuestros socialistas sí rayan en la excelencia. Y le ha tocado a Iberia, toda vez que pasaba por allí y que en esa compañía tiene alguna participación la malvada Comunidad de Madrid.

Que los gobiernos no pueden resolver todos los problemas es de cajón y que ocurren percances, desgracias y accidentes, también. Pero son los socialistas los que creen, proclaman y animan a pensar que el Gobierno es omnipotente. La suposición es falsa, pero, además, conduce al abandono de la solución de aquellos problemas que sí están a su alcance. No por casualidad un Gabinete dado al utopismo político (despójese utopismo de cualquier halo positivo) como el de Zapatero, ofrece un historial de gestión digno de Pepe Gotera y Otilio.

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