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Cristina Losada

La agenda oculta

Les acusarán de querer privatizar la sanidad, la educación, las carreteras y hasta el aire. Les sacarán la "agenda oculta", de inexistencia indemostrable. Y lo único que podrá seguir demostrando el PP es que carece de una agenda pública sólida.

La "agenda oculta", anglicismo con el que se designa la existencia de un plan o un propósito no declarado, es un tema clásico del thriller político que acaba de resucitar el Gobierno remodelado. Estos días, sus portavoces advierten, excitados, de que el partido de la oposición guarda, bajo siete llaves, todo un programa. Como los de Rajoy han sido parcos, cuando no confusos, acerca de sus propuestas, el hecho de que tuvieran, no importa dónde, un programa completo y detallado sería, en realidad, una buena noticia. Pero los socialistas, como es natural, desean difundir la noción de que el PP lo esconde a causa de su esencial contenido perverso. Estamos ante un bonito argumento circular. No se puede demostrar que existe, puesto que es secreto, pero como es secreto tampoco se puede demostrar que no existe.

González Pons ha atribuido a Guerra la autoría de esa estratagema, pero los socialistas, entonces como ahora, se limitan a explotar un filón tan antiguo como el hambre. Siempre hay predispuestos a creer en planes ocultos, igual que en poderes en la sombra y manos misteriosas que mueven los hilos, llámense Sabios de Sión, Trilateral o equis. Y aunque esa creencia no conoce fronteras políticas, la izquierda se ha entregado a ella con especial placer. De hecho, el marxismo se propugnaba como único pensamiento capaz de penetrar bajo el barniz de lo percibido y de llegar, así, a la verdad escondida y más profunda. Era, como escribe Paul Johnson, una suerte de gnosticismo. El mundo no es lo que parece. Y, según alertan los socialistas, el PP tampoco.

Ya puede Pons llorar por los pensionistas, ya puede proclamar Cospedal que el PP es el partido de los trabajadores, ya pueden acusar a coro a Zapatero de haber infligido el mayor recorte social de la democracia. Ya pueden que no pueden. Puestos a competir por la "agenda social" con los profesionales de ese negociado demagógico, no podrán ganar nunca. Les harán decir, como han hecho, que su modelo es el ajuste de Cameron, "el mayor tijeretazo al Estado de bienestar desde la II Guerra Mundial". Les acusarán de querer privatizar la sanidad, la educación, las carreteras y hasta el aire. Les sacarán la "agenda oculta", de inexistencia indemostrable. Y lo único que podrá seguir demostrando el PP es que carece de una agenda pública sólida.

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