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Cristina Losada

La bufonada del imitador

Unos señores hechos y derechos, que hurtan unos carritos con garbanzos y lentejas tras amenazar a los empleados de la tienda, hombre, eso es de sainete y de viñeta del Víbora

A propósito del asalto al súper de la esquina que encabezó el alcalde de Marinelada, se ha manifestado en la prensa cierta preocupación por la imagen que dará de España esa bufonada delictiva. ¡Máxime cuando estamos bajo los focos!

La inquietud, desde luego, está justificada, pero por el lado de lo grotesco, que es por lo que llama la atención el suceso. Unos señores hechos y derechos, con su barriguita cervecera incorporada, que hurtan unos carritos llenos de garbanzos y lentejas tras amenazar a los empleados de la tienda; hombre, eso es de sainete y de viñeta del Víbora. Como lo es su protagonista, que gasta facha de caricatura del subcomandante Marcos, quien era -¿o es?- a su vez una parodia del mito guerrillero.

Es verdad que no es fácil explicar cómo un alcalde y diputado dirige un robo en dos supermercados. Y ya están tardando en cesarle. Pero nadie con dos dedos de frente verá en su acto de vulgar gamberrismo el indicio de que estamos en los albores de una oleada de saqueos a la argentina o a la londinense que, recuérdese, en la civilizada capital británica los hubo, y de qué manera, el pasado verano. Puede que los asaltantes quieran lanzar al mundo el mensaje de que en España se pasa hambre, pero cualquier persona informada sabe que hay asistencia social, hay comedores de Cáritas, y, huelga decir, la gente necesitada es mucho más respetuosa con la propiedad y la ley que los procastristas de Gordillo.

Ahora bien, desengañémonos, el de Marinaleda ya dispone de su público en el exterior, que es donde gustan más estos personajes siempre, eso sí, que hagan "la revolución" en su propio país y no en Manhattan, donde se toleraría mal que un cargo político capitanease un asalto al Wal-Mart. Sin ir más lejos, el New York Times le dedicó hace tres años un bonito reportaje al "enclave comunista" de Gordillo, señalando cómo gracias a su rechazo al mercado presentaba una economía envidiable: ningún parado, ninguna burbuja. Tan de cine como las aldeas soviéticas de cuento de hadas que se inventó Hollywood mientras en las auténticas morían millones de personas en las hambrunas de la colectivización forzosa. En fin, es posible que quienes buscan nuevos lugares de residencia para sus propias ensoñaciones políticas hayan puesto el listón tan bajo que crean en la "utopía" de Gordillo.

El sentimentalismo ambiente igual considera que no debe de castigarse a los cacos porque su intención, su buena intención, era alimentar al hambriento. Ay, ingenuos. La única alimentación que buscan es política, propagandística. ¡Bueno es Gordillo! Hasta tienen en Marinelada canal propio de radio y televisión, para que el caudillo haga su imitación del "Aló presidente".

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