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Cristina Losada

La comunión editorial

Doce periódicos y un mismo editorial sería noticia. Doce periódicos de Cataluña y un mismo editorial, no lo es. La comunión de la prensa catalana con el poder político es una constante.

Doce periódicos y un mismo editorial sería noticia. Doce periódicos de Cataluña y un mismo editorial, no lo es. La comunión de la prensa catalana con el poder político es una constante. Su filípica al alimón, destinada a coaccionar al más alto tribunal para que se abstenga de hacer su trabajo, es la expresión, identitaria e idéntica, de una crónica vocación de servidumbre. Y bien pagada. Así, el sentimiento catalanista del conde de Godó, por citar al Grande de España mancomunado con unos cuantos pigmeos provinciales para ese J’Accuse pasado por Aromas de Montserrat, se cuantifica en los más de 36 millones de euros con los que la Generalitat riega anualmente sus cuentas.

Los editores afirman que el TC "ha sido empujado por los acontecimientos a actuar como una cuarta cámara", pero lo que exigen es que se conduzca como un caddy que, obediente, recoja las boñigas conceptuales, muy honorables ellas, que depositaron Montilla y sus cuates. Esto es, pretenden que el Tribunal abdique de la tarea que le encomienda la Constitución y se aplique a cumplir sin rechistar la que ellos le ordenan. Aunque de atenernos a la lógica peregrina que anima el editorial, si el TC ratificara el Estatuto, el señor conde y sus apéndices deberían protestar, ya que tienen por incapacitado al Tribunal y por ilegítima cualquier decisión que adopte. Si no puede opinar, señores, tampoco puede opinar a favor.

Se arrogan los heroicos pensionados de Montilla la representación de Cataluña y su sociedad, combinando el victimismo lacrimógeno con la amenaza larvada de un conflicto en caso de que el TC osara impugnar una coma de sus sagradas escrituras. Ya puestos, una se pregunta por qué no amenazan también con los tormentos del averno a ese 65% largo de catalanes que decidieron dar la espalda a Montilla, al conde, al tebeo de los Nadal y a su claque de relleno, el día del famoso referendum. Yo, al igual, por cierto, que los autores de la encíclica, no soy quién para dar lecciones de dignidad al electorado catalán. Pero si alguna vez la prensa del oasis se propone recuperar la suya, aquí tiene una idea: publiquen un exordio colectivo contra la cleptocracia. Ésa que llevan treinta años encubriendo en sus impolutas páginas editoriales.

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