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Cristina Losada

La estrategia de arañar

De todos, menos de aquellos que desean una defensa de la Constitución y del Estatuto de Guernica y una posición sin ambigüedades contra los cómplices del terrorismo. El caso es ganar, luego ya se verá

Dicen que el presidente del gobierno diseña personalmente la estrategia de su partido para las elecciones vascas. La noticia es que hay estrategia. A menos que le den ese nombre al bolero que le cantó ZP a Batasuna en Durango. Son tres palabras solamente mis angustias, dice la canción original, y esas palabras son: cómo me gustas. No dice tal la cúpula del PSOE, pero sí que le gustaría que el brazo político de ETA condenara el terrorismo. Tanto, que le basta con que pronuncie esas palabras. Como si se hubiera ilegalizado a Batasuna por no condenar el terror y no por constituir un entramado a su servicio.
 
Más allá de eso, del plan que es fruto de la alianza socialista-nacionalista, del diálogo para todos y el cambio frente al inmovilismo, discos algo rayados, la tormenta de ideas de los estrategas socialistas resulta más bien seca, como corresponde al cambio climático inaugurado con la defenestración de Redondo Terreros. Y fue ese cambio el que permitió fabricar el pivote sobre el que gira la telaraña, la que debe prender los votos: el distanciamiento, cual si tuviera la peste, del PP del País Vasco. Una versión especial del famoso “todos contra el PP”. Que Dios les conserve la vista, sentenció ZP, en un raro instante pre laico, a los que vislumbran semejanzas entre los míos y los otros, o en términos pecebarbianos, entre los buenos y los malos.
 
Y es que los estrategas han descubierto una alergia: la que sufre un segmento de votantes socialistas al olor de cualquier tipo de frente común con los populares. Una repugnancia que, dicen, indujo a muchos a la abstención en las autonómicas del 2001. No explican cómo fue posible que el PSE obtuviera entonces sus mejores resultados. Es más, apuntan a que un gobierno PP-PSE no sería del gusto de sus militantes.
 
Si ello es así, si hay socialistas en el País Vasco para quienes la rivalidad con el PP se antepone a la necesidad de restaurar las libertades y derechos ciudadanos, asfixiados por el nacionalismo y el terrorismo, ¿cómo es que su partido no trata de convencerlos de lo contrario? Este gobierno, que se propone cambiar a la sociedad española, le guste a ella o no, ¿cómo se envaina sus aficiones pedagógicas con los suyos?
 
El argumento suena a argucia, a justificación. Y muestra, en cualquier caso, que el PSOE está dispuesto a plegarse a una patología, en lugar de combatirla. A seguir ahondando en la divisoria izquierda-derecha aun cuando en el otro platillo se encuentren la libertad, la hacienda y la vida de muchos. A regalar los oídos de todos con tal de arañar votos. De todos, menos de aquellos que desean una defensa de la Constitución y del Estatuto de Guernica y una posición sin ambigüedades contra los cómplices del terrorismo. El caso es ganar, luego ya se verá. De momento, lo que se va viendo es que este gobierno solo hace gala de intransigencia con el PP. Y, bueno, con las estatuas que se lo tienen merecido, qué caramba.

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