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Cristina Losada

La extraña pareja

Vaya con el equívoco. Resulta que iba a haber un dúo donde antes había un solista, y hasta una silla supletoria para Rubalcaba en la cumbre europea.

Mientras Rajoy se subía con Merkel al barquito "First Lady" para admirar desde el agua los rascacielos de Chicago, aquí en España el first man de la oposición se nos transmutaba, como si tal cosa, en segundo jefe de Gobierno. El telediario, así, en singular, que en estos trances solo hay uno, difundió la sorprendente noticia con su mansedumbre habitual hacia el titular prefabricado. Era, pues, que un generoso Rubalcaba le ofrecía a Rajoy la posibilidad de llevar una posición común a Bruselas. "Sería muy bueno que ambos defendiéramos lo mismo" allí, dijo el interesado, nunca mejor dicho. O, como se tituló igualmente, para que "España hable con una sola voz" en la Unión Europea. Vaya con el equívoco, que no ha de suponerse involuntario. Resulta que iba a haber un dúo donde antes había un solista, y hasta una silla supletoria para Rubalcaba en la cumbre europea.

Arrogarse, desde la oposición, un papel de coprotagonista en las decisiones de los gobiernos europeos es una fantasmada. Hacerlo cuando el presidente del Gobierno está de viaje queda, además, muy feo. Pero igual Rubalcaba necesita protagonizar algo como sea, y por eso se propone como pareja de Rajoy en la Unión Europea. Esa sí que sería la extraña pareja, como en la película sobre la convivencia de dos divorciados en un apartamento. Porque el contraste entre nuestros dos políticos no dista mucho del que allí se daba entre el personaje de Walter Mathau, que lo deja todo desordenado, y el de Jack Lemmon, tan metódico. Se entiende, en fin, que el Partido Socialista quiera exhibir que goza de tremenda relevancia en la escena europea, pero así sólo señala que su posición en España es la de un actor secundario.

Rubalcaba ya utilizó la carta de la influencia europea cuando las elecciones francesas. Tanto que una pensaba que los socialistas españoles habían encontrado a su héroe en Hollande, y se sentían plenamente representados por el paladín del "crecimiento". Bien. No les resulta suficiente. Ahora se diría que aspiran a más. Que aspiran a un eje Washington-París-Ferraz, a un Obama-Hollande-Rubalcaba, que se oponga al tándem Merkel-Rajoy publicitado por el Gobierno. La oposición quiere unir su voz a la del Gobierno en Europa y eso parece bonito. Pero me temo que su singular oferta de dueto persigue tapar sus propias carencias.

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