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Cristina Losada

La 'guerra' que no debió hacer Sánchez

Qué fácil debió de parecer la empresa de acabar con la novata Ayuso y con la debilitada hegemonía del PP en Madrid...

Qué fácil debió de parecer la empresa de acabar con la novata Ayuso y con la debilitada hegemonía del PP en Madrid...
Pedro Sánchez e Isabel Díaz Ayuso, en una imagen de archivo. | Europa Press

A falta de unas horas para que empiecen a depositarse votos en las urnas madrileñas, no es difícil imaginar que la cúpula socialista y el presidente del Gobierno se hayan percatado del error que cometieron al optar por el enfrentamiento con el Gobierno regional de Madrid y con su presidenta, a cuenta del modo de afrontar la epidemia. No es tampoco difícil de conjeturar que, en un principio, esa misma opción les pareciera una gran idea para tratar de acabar con el predominio del Partido Popular allí, y que concluyeran, incluso, que era la mejor oportunidad que iban a tener en años para lograrlo.

En 2019, el PP se hizo de nuevo con el Gobierno de Madrid, pero en las condiciones de mayor debilidad hasta el momento. Dejó de ser el partido más votado, tuvo que formar un Gobierno de coalición con Ciudadanos, que estuvo cerca de igualar los resultados del PP, y hubo de reunir también el apoyo externo de Vox. Además, llegaba a la presidencia de la CAM una política sin curtir y en apariencia bisoña, un perfil que a los estrategas socialistas les debió de parecer una bicoca, en la seguridad de que cometería suficientes errores como para facilitar el trabajo de descrédito que iban a acometer.

El estallido de la epidemia, en lugar de ocasión para envainarse el plan y dejarlo para mejor momento, parece que lo vieron justo como lo contrario. Como un ahora o nunca. Madrid tenía, por sus características demográficas, su tipo de movilidad y su apertura internacional, las mayores probabilidades de ser el lugar de España donde más se propagara el virus y el que sufriera una presión más crítica durante la epidemia. La posibilidad de que el Gobierno regional, ya lastrado por algún mal entendimiento entre los socios, se viera desbordado por la magnitud de la crisis podía darse por hecha. ¿La dieron por hecha en las habitaciones llenas de humo del partido socialista?

No es cosa de recordar todos los hitos del prolongado intento de desacreditar la gestión de la epidemia en Madrid desde unas u otras instancias de la Moncloa. Pero interesa remontarse a una fecha: el 9 de marzo de 2020. Ese día, Madrid se distinguió de la inacción del Gobierno central con la decisión de suspender toda la actividad educativa y la toma de otras medidas para evitar la propagación del virus. Fue una primera iniciativa importante, a la que se apuntaron rápido otras autonomías, y mostró que no había debilidad o bisoñez, sino una Administración dispuesta a afrontar el inédito desafío de la pandemia con todos los instrumentos a su alcance. Si los estrategas socialistas hubieran tenido vista, en aquel momento habrían aconsejado a Sánchez que ofreciera su leal colaboración a la CAM y la mantuviera sin fallo y sin fisuras mientras durara la epidemia.

Qué fácil debió de parecer la empresa de acabar con la novata Ayuso y con la debilitada hegemonía del PP en Madrid. Más aún si se contaba con aprovechar la tremenda situación que provocaría la epidemia. Pero esas operaciones políticas que parecen fáciles son las que tienen más efectos imprevistos. Son las que arrojan los resultados más contrarios a los objetivos propuestos. Y son las que más tienen que lamentar los temerarios y bisoños aprendices de brujo que las emprenden.

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