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Cristina Losada

Mejor pactar con el diablo

Arrimarse a los herederos de la organización terrorista se acaba pagando. Más cuando está al frente alguien como Otegi.

Arrimarse a los herederos de la organización terrorista se acaba pagando. Más cuando está al frente alguien como Otegi.
Arnaldo Otegi, durante su entrevista en Salvados con Jordi Évole (2016). | La Sexta

Poco ha durado la alegría en la casa socialista. Apenas siete horas después de una declaración de Otegi que el PSOE celebró con champán retórico, y Podemos con champán del bueno, el mismo Otegi, ya a sus anchas, se despachó. Y deshizo en unos minutos el cuento del perdón sin perdón y el dolor sin dolor que iba a servir de salvoconducto a los socialistas para pactar con EH Bildu con mayor normalidad de la que venía pactando. El precio de aprobar los Presupuestos lo puso Otegi, hablando para los suyos, con árida brutalidad, dejando a Sánchez en el triste papel del tonto útil que queda al descubierto y tiene que negar que vaya a aceptar –o haya aceptado– el precio de dejar en libertad a la parte esencial de ETA que queda.

Arrimarse a los herederos de la organización terrorista, de un modo o de otro, se acaba pagando. Más cuando está al frente alguien como Otegi. Y se le deja que hable. Leyó el comunicado del sin perdón mecánicamente, como si leyera la guía telefónica, dejando demasiado en evidencia que no siente ni puede sentir el supuesto sentimiento por las víctimas de ETA. No es que el sentimiento real o fingido tenga propiedades taumatúrgicas. Es que así es imposible vender el cuento sentimental que insisten en ofrecer los socialistas para salvar, en realidad, su propia cara. Lo impide la cara de Otegi.

Aún estará por ahí una foto de familia que se hicieron decenas de presos de ETA cuando fueron excarcelados al anularse la Doctrina Parot. Fue en 2014 y en Durango, si mal no recuerdo. Es el retrato psicológico de ETA. No hay caras, sino máscaras. El terrorismo deshumaniza a sus víctimas para poder matarlas tranquilamente, pero a quienes deshumaniza realmente es a los asesinos.

Hay quien ha regresado del submundo de los deshumanizados, pero no es el caso ni de aquellos retratados ni el de Otegi. Mientras EH Bildu siga estando bajo la sombra de ETA, representada por Arnaldo, los socialistas no podrán hacer presentables sus pactos. Ya no es sólo la sustancia; es la imagen. La imagen brutal, despiadada y grosera tumba cualquier intento de edulcorarlos. Sánchez querría normalizarlos, como ha normalizado sus lazos con los separatistas catalanes, pero los separatistas catalanes suelen haber estudiado en sitios caros y en cuestión de pura imagen dan el pego.

Cada vez que se quiere pactar con indeseables, se dice que para conseguir tal o cual objetivo, siempre bueno, hay que pactar hasta con el diablo. Mejor con el diablo que con la banalidad del mal. Parece que Sánchez no ha aprendido de la experiencia de su predecesor en estas lides, quien tampoco aprendió nada, por cierto. Los pactos se los revientan los sucesores de los que reventaron la T4.

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