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Cristina Losada

O fascismo o mediador

Asombra que se obstinen en la comparación. Que no les importe vincular el problema separatista con el problema terrorista.

Asombra que se obstinen en la comparación. Que no les importe vincular el problema separatista con el problema terrorista.
EFE

Al manifiesto leído en la concentración de Colón se le está haciendo un fact-checking como nunca antes a un texto de esas características. Me parece bien. Alguna vez hay que empezar y todo eso. Pero yo, siempre con el reloj en la hora de verano, voy a hacérselo a la contra-concentración, que actuaba bajo el lema Yo no voy con el fascismo. Las cosas estaban meridianamente claras: si ibas a Colón, ibas con el fascismo. No estaba tan claro si eras fascista si ibas. Eso se dejaba a la libre interpretación, de forma que libremente se podía interpretar que sí, que eras fascista si ibas. Y así, muy libremente, se interpretó.

Del fascismo que iba informó el sábado un tuit del diario El País. Decía: "Mañana acudirán a la concentración de Colón en Madrid: Falange, Ciudadanos, el grupo neonazi Hogar Social Madrid, PP, Vox y España 2000". Primero Falange, que en asuntos fascistas tiene prioridad; después, de acompañante en pie de igualdad, Ciudadanos; de terceros unos neonazis que pasaban por allí; luego ya el resto del pelotón, inevitablemente eclipsado por los fachas y nazis anteriores, pero a la vez añadiendo grados de oscuridad. Tentada por aquel ejercicio informativo, yo misma hice una lista de organizaciones que no iban a ir a Colón y las puse en otro tuit. Eran estas: "ETA, PSOE, PCE (r)-GRAPO, Ahora Madrid, CDR, EH-Bildu, ERC, Hezbolá, PdeCAT, CUP, Barcelona En Comú, ISIS, PSC, UGT, Arrán, JJSS, Sendero Luminoso." No estaban todas, pero eran suficientes. Al cabo, El País retiró el tuit. Pero el fascismo seguía.

"Yo no voy con el fascismo" hizo fortuna. Se subió al carro hasta el pianista Rhodes, que también dio información. Observó que en el barrio de Salamanca la gente que iba con el fascismo era mayor de 55, con pinta de rica –aunque dijo que cogían el metro, los muy tacaños– y en un 90 por ciento era blanca. Bueno, ya se sabía que ese barrio no era Harlem. Pero, fuera de la música, la letra era de los políticos. Los socialistas, por ejemplo. Tuiteaban como locos que no iban a ir con el fascismo, perfectamente ajenos a que al final de ese camino es cuando los llaman "socialfascistas" a ellos. Ya pasó, pero no se lo digan a Lastra, por favor.

La cuestión interesante es qué hacía fascistas a los de Colón, aparte del hashtag. Dio una pista Idoia Mendia, secretaria general de los socialistas vascos. Su anuncio de que no iba con los fascistas lo precedía una declaración: "Derrotamos a ETA y nos insultaron. Ahora que Sánchez Castejón propone diálogo y legalidad para resolver la situación de Cataluña, vuelven a insultarnos". Mira que yo no quería mezclar lo de ETA con lo del separatismo catalán, pero es que no paran de mezclarlo.

Lo hizo Pere Aragonés, vicepresidente del Gobierno catalán, en una entrevista donde dijo que lo del mediador era tan normal que ya se había puesto a uno "en las conversaciones de Argel con ETA". Lo hizo Mendia, atribuyendo a su partido, en exclusiva, el fin de ETA, y estableciendo como causa no la política de dispersión de presos, que hizo el PSOE, no aquel pacto antiterrorista que propuso, no el GAL, sino la negociación política con los terroristas en la que se empeñó Zapatero. Y, como no hay dos sin tres, lo ha hecho la alcaldesa Carmena.

Asombra que se obstinen en la comparación. Que no les importe vincular el problema separatista con el problema terrorista. Es asombroso que digan hay que poner a un mediador en el diálogo con los separatistas porque eso es lo que se hizo con ETA. Y que añadan al mensaje letal la coda falsa: y resultó. ¿Cómo que resultó? Lo que resultó fue tener a ETA prácticamente entera en la cárcel, cumpliendo condena, no la receta sencilla y hermosa, Carmena dixit, del diálogo con ayuda de organismos internacionales. Lo que ayudó, y mucho, fue ilegalizar a Batasuna. Saque cada cual sus conclusiones comparativas.

A lo que iba. Con el fascismo. En definitiva, el fascismo es no querer un mediador. Un relator. Un verificador. El fascismo es no querer que se negocie con golpistas. El fascismo es no querer que se negocie con golpistas al margen de las instituciones elegidas. El fascismo es no querer que se hurten las decisiones sobre Cataluña al conjunto de los catalanes y de los españoles. A eso hemos llegado. A ese fascismo. Y ahora el mundo está en vilo a la espera de que la izquierda decida si el fascismo está tan fuerte que fue a Colón a cara descubierta o si, como dicen que pinchó, se encuentra débil. Esperando, tic tac, un marco interpretativo de la realidad.

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