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Cristina Losada

Pajín se pide un aplauso

El deseo de aplauso social que manifiesta Pajín exuda esa autosatisfacción característica de los imbuidos de un sentimiento de superioridad moral respecto de los demás mortales. Un sentimiento que en nada se somete al dictamen de los hechos.

Leire Pajín quiere que aplaudamos la política antiterrorista del Gobierno. A la secretaria del PSOE no le basta con negar la existencia de una negociación con ETA, sino que pretende más. Pretende exactamente una ovación. Así lo explicaba, mal que bien, en una comparecencia: el "gobierno de la esperanza" (léase el de Patxi López) y el de Zapatero han hecho "mucho por demostrar cada día esa intachable lucha contra el terrorismo que merecería apoyo sin fisuras y un aplauso generalizado de la sociedad". Límpiese la prosa de parásitos y tenemos una petición insólita en un sistema democrático: el Gobierno reclama que se le aplauda.

En democracia, como le gusta decir al presidente, no se requiere de los ciudadanos ese tipo de manifestaciones. Tales humillantes expresiones de entusiasmo sólo se exigen en los sistemas totalitarios, donde la población ha de dar pruebas constantes de su adhesión al régimen. Desconozco si Pajín quiere llenar la Plaza de Oriente con una multitud que vitoree la política gubernamental en materia de lucha contra el terrorismo. Pero cree que la sociedad le debe al Gobierno un reconocimiento. Será que a los socialistas les resulta tan difícil cumplir una simple obligación que, cuando lo hacen, se sienten merecedores de un homenaje. Perseguir a los terroristas es un deber, pero ellos quieren elevarlo a virtud y eso después de haberse entregado al vicio.

El deseo de aplauso social que manifiesta Pajín exuda esa autosatisfacción característica de los imbuidos de un sentimiento de superioridad moral respecto de los demás mortales. Un sentimiento que en nada se somete al dictamen de los hechos. Tanto da lo que hagan, tanto da que dejen escapar a los terroristas como que los detengan, siempre son, por definición, mejores que el resto. Y el resto, como es natural, deberá inclinarse ante esos seres superiores, infalibles, omniscientes y cuasi divinos, que Sowell denomina los ungidos. Los socialistas no sólo quieren tener razón cuando negocian con ETA y cuando (dicen que) no negocian con ETA. Esperan de los españoles, no críticas, dudas o sospechas, ni siquiera un distante escepticismo, sino que se pongan en pie como una claque y les regalen una salva de aplausos. Ni los dioses del Olimpo.

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