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Cristina Losada

Prestige reloaded

Cuando las moscas se vuelven moscones y mosquitos, y el gobierno empieza a acusar sus picaduras, la mejor terapia es el regreso al pasado, previa sesión de hipnosis colectiva

El gobierno había explicado mal sus logros, de ahí que haya abierto su campaña para recuperar el apoyo perdido con estos dos ases que guardaba en la manga: la guerra de Irak y el Prestige. Quién lo iba a decir. Pero la imaginación en el poder se desgasta, y a fin de cuentas, esos triunfos no están nada mal para casi dos años de legislatura. A un equipo como el de ZP poco más se le puede pedir. Con remeros como Desatinos, Pixi y Dixi, Plangaliciademier, Purgas Salgado, Desaladora, Condonaciones, Apretujillo y tantos otros, por no hablar de sus socios en la empresa de demoliciones, se hace difícil alcanzar metas más gloriosas. No, el conglomerado prisoísta ha hecho lo único que podía hacer: regresar a sus tiempos de oposición, período que, por si las moscas, nunca había abandonado del todo.

Cuando las moscas se vuelven moscones y mosquitos, y el gobierno empieza a acusar sus picaduras, la mejor terapia es el regreso al pasado, previa sesión de hipnosis colectiva. Pronunciadas las palabras Prestige e Irak, media España se adormecería y volvería a gritar nunca más, como otrora. Retornemos, pues, a la época en que conocimos a personajes como Typpex Caldera y aquel diputado socialista que quería hundir otro Prestige. En que se atizó la confrontación cuando se debía hacer frente a un desastre; se desvió la culpa de los responsables del buque a quienes gestionaban el accidente; se abrió la veda para las acciones violentas contra el adversario, y se forjó la atmósfera de odio y sectarismo que no ha dejado de enrarecerse. Sí, como logros no están mal. Además, con lo de Irak, pasamos de ser aliados a enemigos de la primera potencia. Magnífico.

Como novedad en esta enésima instalación del programa Prestige figura una conversación telefónica. Qué bien se les da espiar las charlas telefónicas a algunos, que casi siempre son los mismos. Sin mandato judicial ni trámites engorrosos. Pena que no utilizaran esa maña para la escucha en los días previos a la masacre del 11 de marzo, cuando la policía dejó de hacerlo. Pero cada uno tiene sus prioridades. Y las de la izquierda española se resumen en una: perseguir a la derecha, y a cuantos saquen a la luz sus miserias. No es que tengamos malos espías, es que se dedican a sus cosas.

La Ser ha extractado la conversa para mejor digestión de sus oyentes, y así éstos se pierden la orden de concentrar todos los medios de lucha contra la contaminación en Galicia, de utilizar todos los remolcadores y de pedir barcos a Francia y Holanda. A cambio, dice (o decía) la emisora que en esos momentos el petrolero no presentaba ninguna vía de agua. Pues raro sería que estuviera intacto cuando ya se había avistado una estela de fuel y cuando minutos después de aquella charla, se descubría en su costado un agujero de entre diez y quince metros. Pelillos a la mar. Qué son estos detalles cuando lo grave, lo criminal, es que tenían la consigna de alejar el barco. Ese absurdo empeño en impedir que se acercara a la deriva hacia la Costa de la Muerte y vaciara en ella 77.000 toneladas de chapapote, fue lo que convirtió un accidente en una catástrofe.

Que un petrolero en esas condiciones no debe llevarse a puerto, que intentar meterlo en una ría hubiera sembrado de negro el recorrido y la propia ría agraciada, son también minucias. Pero cuando le preguntaron a ZP en Vigo, hace tres años, si él hubiera llevado el Prestige a La Coruña, respondió cauto: “Esa pregunta sólo se puede contestar cuando uno es gobierno. Yo dije que era una toma de decisión difícil”. Ahora, Espinosa dixit, fue una decisión contraria a la lógica. De las que deberían gustarle a ZP.

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