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Cristina Losada

Putin se preparó para la guerra, ¿y nosotros?

La UE se dejó llevar por el confort del gas barato y ahora no queda otra que lanzar llamamientos churchillianos a los europeos para que sacrifiquen el suyo.

La UE se dejó llevar por el confort del gas barato y ahora no queda otra que lanzar llamamientos churchillianos a los europeos para que sacrifiquen el suyo.
Teresa Ribera, ministra de Transición Energética, en el Congreso. | EFE

Hay mucho moralista que dice que la subida de los precios del gas y la electricidad es el coste que hemos de asumir los europeos por apoyar a Ucrania con las sanciones a Rusia. Desde la sede del Parlamento Europeo, Borrell se ha apuntado al sermón del sacrificio necesario. Ha pedido a los europeos que despierten de su sueño de bienestar pensando en las bombas que estallan en Kiev, y que bajen la calefacción o corten el gas para estar a la altura de la tarea histórica. Pero esta petición a los europeos para que estén a la altura y se sacrifiquen tiene una carencia. No se acompaña de ninguna recapitulación acerca de si la Unión Europea ha estado a la altura de un conflicto y de una crisis que no han surgido de la nada y por sorpresa hace dos semanas.

La respuesta corta es que no. La fecha desde la que no se ha estado a la altura hay que ponerla, tentativamente, en 2014, cuando Putin decidió anexionarse Crimea y entrar en el este de Ucrania. La reacción occidental fue tardar un año en componer un paquete de sanciones. Y en la UE, en concreto, consistió en mantener una dependencia cada vez mayor del gas y varios países importantes, del gas procedente de Rusia. Entregados a la comodidad que daban sus bajos precios entonces, se siguió adelante con los planes de una transición energética en la que el gas iba a funcionar como combustible de transición hasta que se completase. Sin carbón, sin nucleares, sin suficientes renovables, todo era depender del gas maldito. ¿Nadie, en esas alturas, vislumbró que Putin escalara en su agresión y alterara los supuestos bajo los que se trazaron los planes? La UE se dejó llevar por el confort del gas barato y ahora no queda otra que lanzar llamamientos churchillianos a los europeos para que sacrifiquen el suyo.

Para que lo sacrifiquen más. Porque Borrell quizá no esté al corriente, pero los precios de la energía llevan subiendo más de un año, por lo que muchos españoles, y posiblemente otros muchos europeos, este invierno ya han puesto sus calefacciones al mínimo y han reducido su consumo eléctrico. La imprevisión de la UE, con su parte de ceguera voluntaria, tiene perfecto reflejo en el Gobierno de España, que ahora dice que Putin lleva un año preparando la guerra y provocando el aumento de precios, pero no dice cómo es que no hizo nada para contrarrestarlo. En enero de 2021, la ministra de Hacienda, con una capacidad de pronóstico incomparable, dijo que la subida de la luz era "asunto puntual" y que al cabo del año los consumidores pagarían menos. Ah, y que el IVA no se podía bajar. Meses después se bajó, pero es lo único que bajaría.

La subida de precios de la energía no es solamente el precio de nuestro apoyo a Ucrania. Es el precio que pagamos por una dependencia del gas como resultado de una gestión miope y hasta temeraria de la transición energética por parte de los dirigentes europeos. Si Putin lleva un año preparando la guerra y sembrando el caos en los mercados, como dice Sánchez, lo que hay que preguntarle al presidente es muy sencillo. Que diga cuáles fueron los preparativos del Gobierno para hacer frente a esas adversidades. Si hubo alguno o, como sospechamos, no hubo nada.

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