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Cristina Losada

Quintana no memoriza

No asistimos a un cambio de opinión, sino a un numerito más del truco nacionalista de las dos lenguas. Con una se lanzan el ataque y con otra se baten en retirada si la ocasión no es propicia, y hasta la próxima.

En plena era de la información, sólo la confianza en la holgada desmemoria del público permite a ciertos individuos decir con naturalidad lo contrario de lo que habían dicho un cuarto de hora antes. En ocasiones de ese tipo, uno se siente tentado a jugar a la adivinanza. Así que adivine el paciente lector quién acaba de sentenciar que "nadie puede esperar que un niño de dos años memorice no el himno gallego, sino cualquier otra cosa". Adelanto que estas palabras no las ha pronunciado Rajoy y que tampoco han salido de labios de Núñez Feijóo. De haber sido así, se repetirían, pues fue aproximadamente lo que adujeron cuando Anxo Quintana, galpedagogo y vicepresidente al mando, decidió que todos los niños gallegos debían conocer y saber cantar los versos o versículos del himno que, a su decir, "agita el despertar de Galicia como nación".

En efecto, piensa mal y acertarás. Esa frase entrecomillada pertenece al propio Quintana y aparece en El Mundo de este lunes, como respuesta a una pregunta de su entrevistadora. Y es que no se puede esperar que el jefe del BNG memorice las declaraciones que hace tres meses soltaba por esa boquita. Entonces, tras el primer amago de protesta contra su pretensión de obligar a los alumnos de las galescolas a aprender el himno completo, desde el "que din os rumorosos" hasta la "nazón de Breogán", su vicepresidencia confirmaba la orden en términos inequívocos: "Por supuesto, se enseñará el himno en las galescolas. Los niños saldrán de las galescolas conociendo el himno y sabiendo quién es Castelao, Eduardo Pondal y Rosalía de Castro". Ahí es nada para infantes que aún están aprendiendo a llamar a las cosas por su nombre.

Entremedias, don Anxo replicaba con sus mejores modales a los que criticaban la decisión. A Rajoy, por ejemplo, lo veía incapaz de hacer dos cosas al mismo tiempo, pero los niños de su Galiza podrían aprender informática, inglés, el himno y el gallego todo a un tiempo. Núñez Feijóo, por su lado, había proferido gravísimas ofensas al comentar que a esas edades se aprende a eructar y a tomar el biberón. "Para el PP el himno gallego es igual que un eructo. Es un desprecio total y absoluto por lo que somos los gallegos", despotricaba Quintana. El mismo que ahora declara a un periódico nacional: "¿Alguien piensa que a un niño de tres años se le puede adoctrinar en algo que no sea jugar o empezar a hablar?" Sí, alguien, él mismo.

Como la polémica alcanzó tal grado de ebullición que los socialistas, por una vez, hubieron de llevarle la contraria a su socio y asegurar que no habría himno en las guarderías, nuestro Anxo sacudía a los de Touriño en su más fino estilo. "Enseguida el Partido Socialista se considera en la obligación de seguir por el mismo camino y decir que hay que prohibir cantar el himno gallego (...)Lo que no consiguió Franco no la va a conseguir nadie (...)¿Pero adónde vamos a parar?". Pues vamos a parar a lo siguiente. La cuestión no es que Quintana pensara y dijera en agosto algo bien distinto, sino que no hay motivo alguno para asegurar que acaba de decir lo que piensa. No asistimos a un cambio de opinión, sino a un numerito más del truco nacionalista de las dos lenguas. Con una se lanzan el ataque y con otra se baten en retirada si la ocasión no es propicia, y hasta la próxima. Con una dan rienda suelta a su extremismo y con otra se disfrazan de moderados. Con una arengan en el feudo y con otra parlan educadamente en los Madriles. Pues los nacionalistas creen, y para ello no les faltan razones, que en Madrid y en su prensa se chupan el dedo.

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