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Cristina Losada

Regreso al tardofranquismo

El nacionalismo no se propone convencer, sino vencer. Si el nuevo Gobierno, como ya apunta, da pasos atrás por temor a sus protestas, las redoblará. Quiere la dictadura lingüística y no en fase tardía, sino en la fetén.

El último período del franquismo ha sido descrito de diversas formas por historiadores y sociólogos, pero el nacionalismo galaico les está dando sopas con honda a los estudiosos. De acuerdo a sus representantes, esa etapa se define en Galicia por una ausencia: la del decreto de "galleguización" de la enseñanza promulgado por el anterior gobierno autonómico. Adelantó la tesis el escritor Manuel Rivas al declarar que su derogación nos llevará a una situación preconstitucional. Con similar claridad se ha expresado la Mesa pola Normalización Lingüística, conocida por coaccionar a comerciantes y empresarios en imitación enxebre de la Cosa Nostra. Suprimir el decreto, dice, sumirá a Galicia en el tardofranquismo. En definitiva, con anterioridad a esa norma infausta que le costó el poder al bipartito, vivíamos en los postreros años de la dictadura. Y nosotros –como ellos– sin enterarnos.

Las organizaciones pantalla y los hombres sándwich del nacionalismo gallego profetizan el retorno del mal a la tierra en el caso de que a Feijóo se le ocurra cumplir su promesa electoral de introducir cierta libertad lingüística. Una miríada de asociaciones, más los tres principales sindicatos, claman contra la posibilidad de que se respeten los derechos civiles en el ámbito del idioma. Sus fatwas se publican a diario y los talibanes adoctrinan a la infancia en las Correlinguas, carreras que plagian el modelo implantado en el País Vasco por los satélites del terrorismo. Cuarenta y cinco mil escolares están destinados a recibir sesiones de agitación y propaganda con el apoyo de los ayuntamientos durante el mes en curso. La apoteosis de ese movimiento contra el anterior régimen tendrá lugar el Día de las Letras Gallegas, 17 de mayo.

El tardofranquismo que acaba de descubrir la Mesa era un extraño período, en el cual ella pedía y recibía sustanciosas subvenciones de la Xunta y adquiría un poder injustificado. Pero también fue raro el tardofranquismo auténtico. La Real Academia de la Lengua Gallega instituyó el Día de las Letras Gallegas en plena dictadura. En 1963, para ser exactos, centenario de la publicación de los Cantares gallegos de Rosalía de Castro. La Academia cuenta que entonces se encontraba en la "semiclandestinidad". Otros estaban peor. Pero, y de ahí la rareza de la época, entre sus académicos no numerarios figura, oh, sorpresa, Francisco Franco. Aún no ha llegado a ese rincón el gran borrado de la "memoria histórica".

El nacionalismo no se propone convencer, sino vencer. Si el nuevo Gobierno, como ya apunta, da pasos atrás por temor a sus protestas, las redoblará. Quiere la dictadura lingüística y no en fase tardía, sino en la fetén.

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