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Cristina Losada

Si yo te contara, Artur

Mientras siga en España, Mas ha de cumplir las aburridas normas de una democracia.

Mientras siga en España, Mas ha de cumplir las aburridas normas de una democracia.

Bajo el pretexto de alentar la participación en las elecciones, el gobierno catalán preparó dos anuncios que llamaban a participar en la independencia. Así, dio en ellos importancia estelar –estelada– a la manifestación de la última Diada, rebosante de banderas y gritos por la causa. Aquella aparición, en la TVE de Enric Sopena, de las siglas del PSOE sobre la imagen de un gol de Butragueño fue juego de niños al lado de este gol que quería meter el gobierno convergente. Pues no hay manera de separar la manifa de marras del proyecto secesionista que Artur Mas quiere someter a votación el próximo 25 de noviembre. La perfecta identificación entre el partido y el estado es propia de regímenes totalitarios. Aunque también hay dictaduras de medio pelo donde no se percibe diferencia alguna entre lo institucional y lo partidario.

En la Cataluña a la que aspira Mas, su gobierno podrá tener, si la encuentra, a una Leni Riefenstahl que filme vibrantes anuncios para mantener enfervorizada a la gente. Pero, ay, mientras siga en España ha de cumplir las aburridas normas de una democracia. En este caso, las que proscriben la utilización partidista de las instituciones que organizan unos comicios. La Junta Electoral Central ha instado a retirar los vídeos por sugerir –incitar, diría yo– una opción de voto. ¿Qué hacer, entonces? Bien, hay otras opciones. Yo les brindo aquí, gratis total, un guión alternativo con el mismo formato.

Un señor de mediana edad, con aire de melómano, dirá: "Yo estaba delante del Palau cuando los Mossos detuvieron a Felix Millet por robar los fondos de la entidad para financiar a CiU, entre otros delitos". Otro que ya peina canas contará: "Yo vi cómo cerraban mi centro de salud mientras el fondo de reptiles para la prensa afecta aumentaba en 660.000 euros". Un atractivo joven confesará: "Yo estuve en la gran manifestación contra los recortes en la educación que ha hecho el gobierno de Artur Mas". Una adolescente explicará: "Yo he visto que suprimían el comedor del colegio público de mi hermano pequeño y mantenían la embajada que montó Carod Rovira en la zona más lujosa de Manhattan".

Luego, un simpático abuelo dirá (en español): "Yo llegué a Cataluña en los 60, cuando mis hijos aún no tenían prohibido estudiar en español". Una guapa treintañera relatará: "Yo estaba en el parlamento cuando Artur Mas le dijo al presidente Maragall que no habría Estatut si hablaba de lo del 3 por ciento". Y, para terminar, un anciano compartirá su experiencia: "Yo sé de rescates bancarios porque ya me tocó pagar con mis impuestos cuando Pujol llevó a la quiebra a Banca Catalana. Si yo les contara...".

Puestos a reseñar acontecimientos de gran repercusión social, pienso que éstos, extraídos de la reciente historia catalana, merecen un par de anuncios.

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