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Cristina Losada

Un ‘sorpasso’ o dos

Quién va a gestionar eso? ¿Susana Díaz, que no está en el Congreso? ¿Una comisión?

Quién va a gestionar eso? ¿Susana Díaz, que no está en el Congreso? ¿Una comisión?
Pedro Sánchez | Flickr/PSOE

Si en el Reino Unido, donde hay sondeos –y apuestas– para aburrir, nadie daba por seguro el jueves el resultado del referéndum, menos podremos vaticinar lo nuestro con precisión. Sobre todo, porque de las urnas del 26-J no saldrá una gran sorpresa, pero el diablo estará en los detalles. Y tal vez la pequeña sorpresa que nos deparen sea que haya dos sorpassos y no sólo uno. De hecho, ya los hubo en votos, aunque no en escaños, el 20 de diciembre, cosa que debería haber llamado a la prudencia a algunos de los partidos que antes que renunciar a la pugna por el poder prefirieron jugar otra vez a la ruleta electoral.

Toda la atención se dirige ahora al caso del PSOE, que es el más dramático. No se pasa a tercer partido, después de ser primero o segundo durante décadas, sin que crujan las cuadernas, como se decía en la prosa de singladura (la nave del Estado, etcétera). Pero los votos a Podemos y Cía. sumados a los de Izquierda Unida, igual que sus porcentajes, ya superaron en diciembre a los que obtuvieron los socialistas. Sí, quedar relegado al tercer puesto en escaños y votos es un drama que provocará movimientos sísmicos en el PSOE, pero sospecho que no llegarán a una magnitud destructiva.

Ni siquiera tienen por qué destruir de inmediato a Pedro Sánchez, que disfrutará de un respiro al menos durante el proceso de formación de gobierno. Una de las llaves de la Moncloa estará en mano de los socialistas, sobrepasados o no. Sería absurdo que se cargaran al líder al día siguiente, cuando el asunto que tendrán sobre la mesa es definirse por uno u otro tipo de gobierno. ¿Quién va a gestionar eso? ¿Susana Díaz, que no está en el Congreso? ¿Una comisión? Habrá barones que piensen que lo urgente es pedir la cabeza de Sánchez, como si fuera el único culpable del infortunio, pero lo primero que tienen que decidir es si están por un gobierno de izquierdas o por un gobierno mestizo.

El psicodrama socialista dará para mucho espectáculo, pero no perdamos de vista lo que sucederá en la otra orilla, donde el PP. Y por dos razones. Una, porque si, lejos de ganar escaños, los pierde, el descenso quitará fuerza moral al partido de Rajoy, y al propio Rajoy, para volver a vindicarse como indiscutible ganador y vertebrador del gobierno. Dos, porque los partidos de izquierdas pueden sumar, esta vez, más escaños que PP y Ciudadanos. En diciembre, estos dos partidos obtuvieron dos escaños más que los tres de izquierdas: 163 frente a 161. Esa pequeña diferencia le sirvió al PSOE para negarse a un acuerdo con Podemos so pretexto de que no había mayoría de izquierdas en la Cámara. Fue, seguramente, sólo un pretexto, uno más, para rechazar un matrimonio de riesgo. Los sondeos pronostican que ahora no podrá recurrir a esa excusa. Tendrá que inventarse otras si sigue declinando la invitación de Iglesias.

De salir el reparto tal como anunciaron la mayoría de los sondeos, el PSOE habrá hecho un mal negocio con la repetición electoral. Pero lo sabía. El Partido Popular, en cambio, dio muestras de estar convencido de que iba a beneficiarse de las elecciones bis, apostando al rechazo y al miedo que despierta Podemos en una parte del electorado. Era una apuesta de riesgo. Lo era, en especial, a la vista de que los tres partidos de izquierdas lograron en diciembre un millón de votos más que sus oponentes por la derecha y el centro. Con ese panorama, todo dependía para el PP de arrancarle votos a Ciudadanos. Muchos. Y aunque lo consiga, puede que no sean bastantes. Yo diría que a lo que ha jugado el PP es, en realidad, a la ruleta rusa.

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