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Cristina Losada

Victorias feministas

El Gobierno ha concedido el indulto parcial a una condenada por sustracción de menores y calla ante el asesinato de dos jóvenes pakistaníes de Tarrasa.

El Gobierno ha concedido el indulto parcial a una condenada por sustracción de menores y calla ante el asesinato de dos jóvenes pakistaníes de Tarrasa.
Las hermanas asesinadas en Pakistán | LD

El Gobierno ha concedido el indulto parcial a una condenada por sustracción de menores y la ministra Irene Montero lo ha celebrado con un canto a las "madres protectoras", que es como hay que llamar, según el nuevo criterio gubernamental, a aquellas madres que son condenadas por secuestrar a sus hijos. Reconozco que no es muy adecuado decir que lo celebra, porque Montero tiene por costumbre aparecer compungida y dolorida incluso en la celebración, seguramente por lo mucho que le pesan los males que acechan a las "hermanas" y por la inmensidad de lo que queda por hacer para erradicar a los hombres malvados, que son todos sin excepción, mientras no se demuestre lo contrario. Pero, a falta de término mejor, digamos que la ministra celebró el indulto y que lo celebró como una victoria del feminismo. ¡Otra más!

Esta victoria es, como sus predecesoras del mismo estilo, una victoria contra el procedimiento judicial y, más precisamente, contra los jueces –y las juezas– que no acaban de entender que la perspectiva de género que tienen que aprender de una vez y han de aplicar en todas sus decisiones es la que expresa el grito "yo sí te creo, hermana". En el instante en que aprendan la lección y apliquen siempre ese principio claro y elemental se podrá celebrar la victoria feminista definitiva frente al avance civilizatorio de la igualdad ante la ley. Pero mientras no desaparezca del todo la noción de que todas las personas han de ser tratadas de la misma forma por la ley, sólo habrá triunfos parciales a través de atajos como la gracia del indulto. ¡Cómo extrañarse de la pesadumbre de Montero! Falta mucho camino por recorrer para instaurar el "yo sí te creo, hermana" como principio rector de la justicia y tirar al vertedero de la Historia la igualdad fabricada por –y para– hombres blancos posiblemente heteros.

Tal vez cause extrañeza, en cambio, la indiferencia de las feministas del Gobierno hacia el horrible final que han tenido dos hermanas residentes en Tarrasa. Las dos fueron brutalmente asesinadas este mes de mayo por su familiares masculinos durante una visita a Pakistán, su país de origen, porque se negaron a aceptar un matrimonio forzado. Se investigan en España las ramificaciones del crimen, pero ni la ministra Montero ni la ministra Belarra le han prestado atención. Ni al asesinato de las dos jóvenes ni a la práctica delictiva de los matrimonios forzados en nuestro país. No han puesto siquiera un mísero tuit sobre el caso. Ellas, que están al quite. Pero no tiene nada de sorprendente. Estamos ante "otra cultura", la definición mágica que convierte lo espantoso en comprensible. Montero, Belarra y otras feministas victoriosas no ganarían nada en esas batallas. Sólo pueden extraer rédito político de las que libran contra un país tenebroso donde las mujeres son víctimas constantes de violencias. Un país que se esfuerzan por crear y recrear para convencer a las mujeres españolas de que viven en él y pidan su protección y su tutela, en lugar de mandarlas a freír espárragos.

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