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Cristina Losada

ZP y la verdad segada

Allí se acuerda movilizar a la sociedad contra los terroristas. Hoy se trata de desmovilizarla. Allí se advierte que ETA debe perder toda esperanza. Hoy, ZP no hace más que pregonar la esperanza.

En Madrid, a 8 de diciembre de 2000. Esta, la final, es la única línea del Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo que no desentona con el lenguaje de los sesgados tiempos que corren cinco años, dos meses y siete días después. Lo firmó un tal Zapatero, líder de la "oposición tranquila". Entonces, su política para el País Vasco y contra el terrorismo la diseñaba el equipo de Nicolás Redondo Terreros. Fue, a decir verdad, la única ocasión en la que el PSOE tuvo una política antiterrorista digna de tal nombre.

La certeza de la inexistencia de tal política me asalta al oírle a Zapatero que la excarcelación de criminales etarras es resultado del Código Penal de 1973. Lo dice mientras pide respeto por la verdad. Qué ironía. Debe de ser la suya una verdad sesgada. O más bien, segada. Pues fue su partido quien durante trece años largos de gobierno, no quiso cambiar la norma aquella. Remarcan ahora que es franquista, pero entonces no les parecía mal. Y allí estaba Zapatero, el que se ampara en el Código de la dictadura, ocupando un escaño sin voz pero con voto en el Congreso que rechazaba su reforma.

Tampoco quiso oír hablar el PSOE de la ilegalización del brazo político y los demás entramados de la banda. Y estuvo en un tris de negarse cuando lo propuso Aznar. Dirigentes socialistas clamaron que no sería entendida por la sociedad vasca, echaría gasolina en el conflicto y nutriría las filas del terrorismo. Hoy, esas mismas voces, afirman que ETA está derrotada porque ya no goza del apoyo social que, por lo visto, tenía cuatro años atrás.

Puestos a hacer memoria, los gobiernos socialistas anteriores no brillaron por su respaldo a las víctimas, que eran enterradas poco menos que en la clandestinidad. ¿Sería porque a aquellos entierros y funerales asistía, como escribía hace un año el biministro Belloch, "gentuza" y "basura hitleriana"? Y hablando de víctimas y memoria, las únicas que le merecen la mayor consideración al socialismo gobernante, como mártires de la democracia y de la libertad, son las del franquismo. Las únicas a las que no descalifican por su probable falta de objetividad.

Pero regreso al texto aquel, que Zapatero rubricó antes de que dejara la tranquilidad por el ajetreo de las manifestaciones y los decibelios de la confrontación. Allí se dice que la unidad de los demócratas frente al terrorismo debe plasmarse en torno a la Constitución y el Estatuto de Guernica. Hoy, son éstos dos papeles mojados. Allí se subraya que de la violencia terrorista no se extraerá ventaja ni rédito político alguno. Hoy, se habla de negociar, y ya nos contarán qué se pone en la mesa sino ofertas de ventajas y réditos. Allí se afirma que la legislación penitenciaria ha de aplicarse asegurando el más completo y severo castigo a los condenados por actos terroristas. Hoy, Conde-Pumpido y sus fiscales domados velan por lo contrario.

Y sigue el recuento. Se dice allí que nadie mejor que las víctimas para defender los valores de convivencia y respeto mutuo que quieren destruir los que les han infligido tal sufrimiento. Hoy, las víctimas se hallan bajo sospecha y son acusadas de politización partidista. Allí se acuerda movilizar a la sociedad contra los terroristas. Hoy se trata de desmovilizarla. Allí se advierte que ETA debe perder toda esperanza. Hoy, ZP no hace más que pregonar la esperanza. Y es curioso, la paz, ese mantra de ZP y su corifeo, sólo se menciona en aquel documento un par de veces, y siempre acompañado de otra palabra: libertad. Que es aquello que ahora quieren segar.

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