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Daniel Blanco

Deportivo - Valencia 1994: una Liga que se escapó en el último suspiro

Djukic falló un penalti en el último minuto y al Deportivo se le fue la Liga de la manera más cruel.

Djukic falló un penalti en el último minuto y al Deportivo se le fue la Liga de la manera más cruel.
Miroslav Djukic, consolado por Paco Jémez (d) tras fallar el penalti ante el Valencia. | Cordon Press

Se dirigió al punto de penalti y los nervios se apoderaron de él. No se imaginaba Miroslav Djukic que aquel lanzamiento le iba a perseguir eternamente. Transformarlo era darle la Liga al Deportivo de La Coruña, equipo revelación que estaba a once metros de ganar un título increíble. Fallar esa pena máxima era tirarlo todo por la borda.

La historia es ya conocida. Djukic tiró mal, con miedo y flojo, y José Luis González, el portero del Valencia, le atajó el disparo. Frenó en seco el meta las ilusiones de miles de coruñeses, de miles de gallegos, de españoles que habían optado por el Deportivo ese año. Era el equipo de todos. El Barcelona, a kilómetros de distancia, en su Camp Nou, goleaba al Sevilla y esperaba, transistor en mano, la resolución de ese penalti. El 14 de mayo de 1994 fue la noche del "penalti de Djukic".

La historia dijo mucho de aquel lanzamiento, algunas de las leyendas urbanas que nunca fueron ciertas. En el minuto 90 de partido, Nando es derribado en el área y el cielo se le abre a un Deportivo que tenía que ganar el encuentro. Se dijo siempre que Bebeto se escondió pero lo cierto es que el brasileño era el tercer lanzador de esa plantilla. Donato era el primero, pero Arsenio le había cambiado quince minutos antes. Djukic era el siguiente y al serbio le tocó en suerte tirarlo. Había lanzado dos aquel año y había anotado uno y fallado otro. Y aquel definitivo no lo tiró bien.

El propio central lo reconoció años después en varias entrevistas. "Siempre tiraba esperando al portero pero aquella noche tomé la carrerilla sin saber cómo lo iba a lanzar, y esas dudas te matan en un momento así". Lo que le pudo condenar emocionalmente en su carrera se disipó enseguida por el apoyo de sus compañeros, que "fueron los que me hicieron seguir con normalidad".

Se fue esa noche la ilusión de una Liga muy trabajada. Hasta mediados de abril el Deportivo era el líder sólido. Una victoria ante el Tenerife en Riazor con cuatro fechas todavía por jugar, ataba el campeonato. Tres puntos de diferencia cuando era liga de dos por victoria.

Pero en las últimas jornadas todo se fue complicando. El equipo de Arsenio empató en Lérida y ante el Rayo en Riazor y el Barcelona aprovechó para ganar esos dos encuentros y situarse a un sólo punto. En la penúltima jornada la Liga decidió que los partidos no se jugaran, como ahora, en horario unificado y el Barcelona asaltó el Bernabéu el sábado. 24 horas después el Deportivo ganaba sufriendo en Logroño y dependía de sí mismo para el día final. A partir de ahí, la historia conocida.

Quién sabe si esos dos partidos ante equipos que luego descendieron a segunda sepultaron las posibilidades gallegas. Arsenio se refirió tiempo después a esos dos choques y apuesta a que sí "es obvio que esos dos partidos nos hubieran dado el título de haberlos ganado pero ya no se puede volver atrás".

Seis años después el equipo se quitó la espina ganando el título de Liga, pero hay quien dice por allí que nunca se cerró la herida de aquel 1994, de aquella noche trágica en Riazor, de aquella espera de miles de aficionados en la fuente de Cuatro Caminos esperando para nada. Esa era la Liga del Deportivo, pero todos los astros se juntaron para que no la ganara.

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