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Daniel Blanco

España - Italia 2008: la tanda de penaltis que nos quitó los miedos

En esos lanzamientos ante Italia, la selección española subió un escalón, se quitó la presión de golpe. Fue la clave para ganar la Eurocopa

En esos lanzamientos ante Italia, la selección española subió un escalón, se quitó la presión de golpe. Fue la clave para ganar la Eurocopa
Casillas le para un penalti al italiano De Rossi en los cuartos de final de la Eurocopa 2008. | Cordon Press

Había llegado ese equipo a congeniar de manera envidiable, a juntar todas las piezas de un puzzle descabalado dos años antes. La selección española que dirigía Luis Aragonés llegaba a ese partido crucial de cuartos de final en un momento dulce, en el encuentro en el que nos iba algo más que lo meramente deportivo, el día que debías demostrar si un gran torneo estaba ya para nosotros. Esa Eurocopa era la oportunidad.

El 22 de junio de 2008, en Viena, Italia se cruzó en el camino. La actual campeona del mundo medía a un grupo maduro que había pasado como un rodillo por el torneo. Rusia, Suecia y Grecia habían sucumbido ante los nuestros, que habían ganado por primera vez todos los partidos de la primera fase en el campeonato europeo. Todo olía bien, quizá demasiado.

Por eso la realidad se topó con España aquel domingo. Italia en cuartos no era lo mejor, habían sucedido demasiadas cosas en los años más convulsos que se recuerdan en el combinado nacional. A la decepción del Mundial de 2006 le siguieron dos partidos nefastos de clasificación (derrotas en Irlanda del Norte y Suecia) que habían dejado a los nuestros al borde del precipicio. Habían acabado, por el camino, con ilustres en el equipo. Tras la debacle de Belfast, jugadores como Cañizares, Míchel Salgado y Raúl no volvieron al equipo nacional, mientras que Joaquín y Fernando Torres tuvieron serios avisos. Para el primero de ellos hubo una oportunidad más, malgastada, que dejó al bético fuera de la selección de por vida. Con Torres fue diferente. El castigo duró lo que tardó en darse cuenta el madrileño que tenía sitio en aquel equipo.

La tarde de aquel domingo los nervios se multiplicaban durante el encuentro. Era mejor España pero no materializaba ocasiones de gol. La rocosidad italiana se iba imponiendo camino de una prórroga inexorable. Antes, la vida se nos paró a casi todos con la ocasión de Camoranesi. El ítalo-argentino disparó a bocajarro, pero Iker Casillas sacó bajo palos una ocasión increíble. En el tiempo extra todo pudo cambiar si Cazorla, en el minuto 119, hubiera visto a Villa que entraba para rematar sólo. Pero Santi quiso chutar y el balón se fue fuera.

El destino debía cambiar desde el punto de penalti, pero la fatídica tanda nos había dado demasiados disgustos. En cuartos del Mundial de México'86, de la Eurocopa de Inglaterra'96, del Mundial de Corea y Japón 2002. Tantas cosas negativas desde los once metros que daban al traste con todo el positivismo. Sin embargo ésa era la noche, la que cambió el devenir de nuestro fútbol. Anotaron Villa, Cazorla, Senna y Cesc, falló Guiza. Pero Casillas hizo el resto. Le paró a De Rossi y Di Natale los suyos y dio a España el pase a semifinales.

De ese partido queda en el recuerdo la imagen de los nervios, del miedo, queda el marcaje monumental de Marchena a Luca Toni. Y queda la sensación que esos penaltis nos dieron la Eurocopa. Tres días después nadie dudaba de la victoria ante Rusia en semifinales y el domingo siguiente, aunque se sufrió, el favoritismo de España subió muchos enteros en la finalísima contra Alemania. En esa tanda de Viena nos quitamos la presión de golpe, nos quitamos el complejo y subimos un escalón en Europa. Ya no nos paró nadie durante cuatro años inolvidables.

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