Sorprendió bastante, al menos al que esto escribe, el descenso del Deportivo de la Coruña este fin de semana pasado. Fue un golpe a la tradición, al sentimiento a aquellos recuerdos del Súperdepor que nos inundan aún, en memoria de aquellos subcampeones de 1994 y los campeones de 2000.
Pero las cosas no se han hecho bien en el seno gallego. Tampoco es fácil de decir qué ha pasado exactamente. No hay un mal entrenador y no hay malos jugadores pero ha debido suceder algo. Algo que se escapa al entendimiento.
Porque por supuesto hay peores equipos que este Deportivo de la Coruña, hecho eso sí a imagen muy distinta de lo que supuso este bloque en los noventa. Es un equipo para mantenerse no para hacer nada especial, pero es un equipo que tenía calidad para no bajar. Pero lo cierto es que lo ha hecho y ahora Lendoiro tiene una papeleta difícil. Para empezar es dudoso que él siga en el club y si se abandona, el equipo estará más cerca de Segunda B, que de volver a intentar el asalto.
Y ahora jugadores como Valerón, Riki, Adrián, Manuel Pablo, Aranzubía, Lassad, Lopo, Juan Rodríguez, que lo dieron todo por los gallegos se ven en una duda. Su calidad al servicio de un equipo de Segunda o saltar hacia otro destino. Difícil elección.
Ojalá me equivoque y veamos al Dépor pronto en Primera, o al menos luchando por retornar. Sería muy duro para los que tenemos treinta y tantos y que nos tocó en plena juventud la época dorada del Deportivo de la Coruña. Esto tiene que cambiar, recapacitar y triunfar de nuevo.