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Daniel Griswold

El dragón proteccionista

El intercambio comercial con China produce beneficios tangibles a decenas de millones en EEUU por sus precios más bajos. El número de personas afectadas adversamente es sorprendentemente pequeño y limitado a ciertos sectores industriales

El rápido incremento del intercambio comercial entre Estados Unidos y China está despertando al dragón proteccionista.
 
Junto con el aumento del comercio aumentan también las tensiones. La legislación introducida por el senador Charles Schumer (demócrata de Nueva York) impondría un arancel draconiano de 27,5% a las importaciones de China, por la supuestamente injusta tasa de cambio de su moneda. Además, un reciente estudio encomendado por una comisión federal alega que China destruyó 1,5 millones de puestos de trabajo en EEUU entre 1989 y 2003.
 
El estudio efectuado por el Economic Policy Institute (EPI), conocido por su tendencia izquierdista, no contó a las personas que perdieron su puesto, sino que utilizó una formula simplista basada en la dudosa premisa que las exportaciones crean puestos de trabajo y las importaciones los destruyen. La realidad es no sólo más complicada, sino más positiva.
 
El intercambio comercial con China, lejos de destruir puestos de trabajo los ha aumentado. Entre 1989 y 2003, el período cubierto por la investigación de EPI, la economía de EEUU creó una cantidad neta de 20 millones de nuevos puestos y el salario real por hora de los trabajadores estadounidenses aumentó 19%. En otras palabras, la economía de EEUU no sólo ha creado más puestos desde 1989, sino que mejores puestos.
 
A pesar de la competencia china, algunos sectores industriales prosperaron. Entre 1989 y 2003, la producción industrial de EEUU creció más de 50%. El número de trabajadores industriales disminuyó en 3 millones en ese período, pero esto se debió al aumento de la productividad. Es más, el empleo industrial en China también ha estado disminuyendo por la misma razón.
 
Los sectores de la industria más afectados durante la reciente recesión fueron industrias orientadas a la exportación, las cuales no son perjudicadas por las importaciones de China. La excepción es la industria del vestido, pero el empleo en ese sector ha estado disminuyendo por varias décadas, desde mucho antes de que comenzáramos a importar de China.
 
Puede ser verdad que 1,5 millones de estadounidenses hayan perdido su empleo a lo largo de más de una década por las importaciones chinas, pero esa cantidad es una gota de agua en una economía dinámica que crea y destruye millones de puestos cada año.
 
Según el Departamento de Trabajo, unos 15 millones de puestos quedan eliminados en un año típico de la economía de EEUU y se crea un número mayor de nuevos puestos. Distribuidos a lo largo de 15 años, la pérdida de puestos que indica EPI representa menos del 1% de los puestos perdidos en ese período. Las nuevas tecnologías, la competencia interna y las importaciones de otros países causan el 99% restante.
 
Alegatos de pérdidas netas de empleos ignoran el impacto principalmente positivo en la creación de empleos del intercambio comercial con China. El impacto más visible es el aumento de nuestras exportaciones a China, país que se ha convertido en el quinto cliente más grande de EEUU, pasando a Alemania y a Francia. Además, China es el mercado de productos y servicios de EEUU que más rápidamente está creciendo. Mientras las exportaciones de EEUU al resto del mundo se han mantenido iguales desde 2000, las exportaciones a China se han doblado.
 
Nuestro déficit comercial con China fue de unos 160 mil millones de dólares el año pasado, pero los chinos no escondieron esos dólares debajo del colchón, sino que regresaron como inversiones a EEUU, especialmente en bonos del Tesoro, lo cual tiende a mantener bajas las tasas de interés aquí, aportando más capital a nuestras empresas y para pagar las hipotecas de las casas de las familias de EEUU.
 
Decenas de millones de familias norteamericanas pueden utilizar los ahorros por bajos intereses en el pago de sus hipotecas adquiriendo productos chinos: ropa, zapatos, juguetes, electrodomésticos y demás bienes para personas que buscan precios bajos.
 
El intercambio comercial con China produce beneficios tangibles a decenas de millones en EEUU por sus precios más bajos. El número de personas afectadas adversamente es sorprendentemente pequeño y limitado a ciertos sectores industriales que están en decadencia desde hace varias décadas.
 
Si una falta de comprensión de la realidad hace que aumentemos los aranceles a China, nuestras empresas, nuestros trabajadores y nuestras familias saldrán perdiendo.

© AIPE

Daniel T. Griswold es director del Centro de Estudios de Política Comercial del Instituto Cato

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