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Daniel Pipes

Romney, Obama e Israel

Si gana Obama, Washington será más fría que nunca con Jerusalén.

Si gana Obama, Washington será más fría que nunca con Jerusalén.

"El presidente Obama ha sacrificado a aliados como Israel". Eso es lo que dijo Mitt Romney en su discurso de aceptación de la candidatura republicana para las elecciones presidenciales. De igual forma se había manifestado ya en mayo de 2011 y enero de 2012, por ejemplo.

No es el primer aspirante a la Casa Blanca en decirlo. Ya lo hicieron Herman Cain en mayo de 2011 y Rick Perry en septiembre de 2011; y Newt Gingrich en enero y Rick Santorum en febrero de este año.

De las múltiples cuestiones relacionadas con Oriente Medio, Israel y solamente Israel tiene una importancia permanente en la vida electoral estadounidense. Influye en el voto de cifras significativas de votantes, y no sólo de aquellos que son judíos; también de árabes, musulmanes, cristianos evangélicos, conservadores y progresistas.

Por otro lado, las posturas sobre Israel sirven como indicador de qué ideas se manejan sobre Oriente Medio. Sabiendo la opinión de alguien sobre Israel se puede tener una idea de qué piensa sobre la política energética, el islamismo, las guerras de Irak y Afganistán, la Turquía de Erdogan, la proliferación nuclear iraní, la intervención en Libia, la presidencia de Mohamed Morsi en Egipto o la guerra civil siria.

Las críticas republicanas a Obama apuntan un cambio sustancial en las actitudes hacia Israel. Hubo un tiempo en que la filiación religiosa era el factor clave: los judíos eran ardientes sionistas y los cristianos estaban menos comprometidos. Hoy, sin embargo, lo que prima es la orientación política. Para saber qué opina alguien sobre Israel, la mejor pregunta no es "¿Qué religión practica usted?", sino "¿Quién quiere usted que salga elegido presidente?".

Por lo general, los conservadores son más proclives a Israel que los progresistas. Los sondeos demuestran que los republicanos conservadores son los más fervientes sionistas, seguidos por los republicanos en general, los independientes, los demócratas y, por último, los demócratas progresistas.

Sí, tamvbién el exalcalde de Nueva York Ed Koch dijo, en septiembre de 2011, que Obama sacrificaba a Israel; pero Koch, de 87 años, representa a la evanescente vieja guardia del Partido Demócrata. Las diferencias entre demócratas y republicanos en lo relacionado con el conflicto árabe-israelí se están agravando, así como en los ámbitos económico y cultural. 

A medida que Israel se convierta en un motivo de fricción entre demócratas y republicanos, preveo que el menguará apoyo bipartidista al Estado judío, que ha procurado a Jerusalén un estatus único en la política norteamericana. También preveo que Romney y Paul Ryan, como conservadores convencionales que son, encabezarán la Administración más próxima a Israel de toda nuestra historia, más de lo que lo fueron las de Bill Clinton y George W. Bush. Si, por el contrario, sale reelegido Obama, Washington dispensará a Jerusalén un trato más frío que nunca.

La ejecutoria de Obama en estos tres años y medio en cuestiones como las relacionadas con los palestinos y con Irán me permiten sostener tal vaticinio; pero también lo que sabemos de su peripecia previa a su llegada al primer nivel de la política (2004), en especial su vinculación con antisionistas radicales. Así, Obama escuchó con deferencia a Edward Said en mayo de 1998, y en 2003 asistió discretamente a una fiesta de despedida organizada en honor al ex portavoz de la OLP Rashid Jalidi, mientras Israel era acusado de practicar el terrorismo contra los palestinos. (En cambio, Romney es amigo de Benjamín Netanyahu desde 1976).

También revelador es lo que escribe Alí Abunimah, extremista antiisraelí afincado en Chicago, de su última conversación con Obama, a principios de 2004, estando el segundo en mitad de unas primarias demócratas para el Senado. Obama le recibió con calidez y le dijo: "Lamento no poder decir algo más sobre Palestina en estos momentos, pero es que estamos en medio de unas primarias muy reñidas. Espero poder ser más claro cuando las cosas se calmen". Más aún: en referencia a unos ataques vertidos por Abuminah contra Israel en el Chicago Tribune, Obama le alentó diciendo: "¡Sigue trabajando igual de bien!".

Cuando pone uno esto en relación con lo que dijo le Obama –fuera de micro– el pasado marzo al entonces presidente ruso, Dmitry Medvedev: "Son mis últimas elecciones. Cuando resulte electo, seré más flexible", y con la antipatía que aquél profesa por Netanyahu, tiene todo el sentido asumir que, si gana el 6 de noviembre, las cosas se calmarán para él y podrá ser, por fin, "más claro" sobre la sedicente Palestina. Entonces será cuando verdaderamente empiecen los problemas de Israel.

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