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Daniel Rodríguez Herrera

Carlos Sobera

Ha impedido que algunos se lucren a costa del nombre de otros, pero al mismo tiempo ha facilitado que grandes empresas puedan aprovecharse de usuarios que legítimamente han registrado un nombre de dominio apetitoso

La OMPI ha decretado quitarle el dominio carlossobera.com a un argentino llamado José Carlos Sobera para otorgárselo al conocido actor y presentador Carlos Javier Sobera. No, yo tampoco sabía que se llamaba Carlos Javier. Este organismo, creado en 1999, es el autorizado para resolver disputas en torno a los dominios de primer nivel como el .com, y de ese modo evitar que los "ciberokupas" obtengan pingües beneficios por registrar dominios de empresas o personas famosas.
 
Si acudimos a la página encontraremos, al menos por ahora, la historia de David frente a Goliath. El propietario ha sido injustamente violado en sus derechos. Sin embargo, el fallo de la OMPI asegura que ha actuado de mala fe. Para saber quien tiene razón podemos ir a los archivos de la página. Podemos ver que el dominio, al menos hasta enero de este año, siempre ha estado en venta desde su adquisición en 2001 y que ha sido utilizado, entre otras cosas, para mezclar enlaces sobre Carlos Sobera con otros a páginas subidas de tono. En definitiva, tiene todo el aspecto de ser alguien que le quiere sacar dinero al dominio, y cuya defensa legal es sólo que se llama igual.
 
La OMPI ha tenido actuaciones acertadas, como cuando falló a favor de los empresarios que tenía el dominio denuestratierra.com frente a Carrefour, obligandoles a comprarlo. Pero también tan desacertadas como la prohibición del uso de putasgae.com con la excusa de que "se podía confundir con SGAE". Ha impedido que algunos se lucren a costa del nombre de otros, pero al mismo tiempo ha facilitado que grandes empresas puedan aprovecharse de usuarios que legítimamente, sin mala fe, han registrado un nombre de dominio apetitoso, pues un arbitraje en ese organismo puede salir por cerca de 12.000 euros.
 
Un organismo de este tipo resulta muy conveniente para que la autorregulación de Internet sea efectiva. No obstante, debería ser más barato y disponer de reglas mucho más claras para impedir la inseguridad jurídica que ha creado en los últimos tiempos.
 
Daniel Rodríguez Herrera es editor de Programación en castellano.

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