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Parece que la broma que Libertad Digital recogió en sus páginas ha tenido más consecuencias de las previstas. La última actualización del buscador más popular del mundo ha provocado, por primera vez, serias críticas por parte de los internautas. Sin embargo, hay que reconocer que no hay mucha gente que piense por el momento en cambiarse a otros buenos buscadores, como AllTheWeb o Taoma.

Para entender mejor lo sucedido hay que explicar un poco cómo funciona Google. Este buscador emplea un algoritmo llamado PageRank que puntúa más aquellas páginas que tengan más páginas que las enlacen. De este modo, los creadores de sitios web serían los principales responsables de la posición de otras web en los resultados del buscador. Para lograrlo tienen que albergar en sus ordenadores copias de todas las páginas indexadas, analizarlas y otorgarles puntuaciones, lo que resulta un proceso muy costoso. Por eso, el índice de Google se actualiza una sola vez al mes.

Este método había recibido ya algunas críticas. Por un lado, aparte del contenido de las páginas, se emplea también el texto de los enlaces para realizar las búsquedas. Por eso, "go to hell" tenía como primer resultado la página de Microsoft sin que ese texto apareciera en ningún lugar de la portada del portal de la compañía de Redmond. Lo que sucedía es que cientos de páginas empleaban ese texto como acabo de hacer yo en la frase anterior. Además, se estaba poniendo de moda emplear una técnica para alterar los resultados llamada "Googlebombing", consistente en la creación de páginas completamente inútiles, alojadas en servidores gratuitos, enlazando a la web que queremos promocionar.

En las actualizaciones de septiembre y octubre, Google ha querido solucionar estos problemas alterando el algoritmo y en parte lo ha conseguido, pero no sin efectos colaterales. Empiezan a aparecer en los primeros lugares de las búsquedas páginas sin relación con la misma pero que utilizan el texto buscado para promocionarse o, incluso, páginas de error, situación que hasta ahora casi no se había dado. Además, los cambios en los resultados sugieren que una de las medidas tomadas es conceder más importancia a los enlaces que se hacen desde páginas, digamos, "de confianza", lo que ha encolerizado a muchos webmasters.

Sin embargo, parece poco justo que se critique a Google por dejar de utilizar esa especie de "igualdad ante la ley del enlace" que garantizaba su algoritmo. Porque no es la primera vez que modifican su algoritmo de este modo. Por ejemplo, existe un directorio de enlaces, el Open Directory Project, en el que no son los trabajadores de una empresa los encargados de seleccionar las páginas web, sino voluntarios a lo largo y ancho del globo. Las páginas listadas en este directorio reciben una enorme bonificación por parte de Google desde hace tiempo, y nadie se había quejado por ello.

En un mundo perfecto, Google no necesitaría emplear estos trucos. Y si tuviera que hacerlo, funcionarían a la perfección a la primera. Son buenas las críticas que ayuden a mejorar una herramienta tan crucial en Internet, pero tampoco hay que excederse.



Daniel Rodríguez Herrera es editor de Programación en castellano.

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