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Daniel Rodríguez Herrera

Internet triunfa en Eurovisión

La noticia de que Finlandia llevaba un grupo de rock duro musicalmente algo pasado de moda y cuyos componentes se disfrazaban de monstruos para salir al escenario sí me había llegado, junto al vídeo de su canción. Por Internet.

El sábado estaba por ahí de picos pardos y recibí un mensaje en el móvil: "Hard Rock Hallelujah ha ganado Eurovisión". Sabía perfectamente a lo que se refería porque no había escuchado más que a los concursantes finlandeses y, con algo de vergüenza ajena, la canción que presentaba España. Pero la noticia de que Finlandia llevaba un grupo de rock duro musicalmente algo pasado de moda y cuyos componentes se disfrazaban de monstruos para salir al escenario sí me había llegado, junto al vídeo de su canción. Por Internet, en el correo de un amigo en el que aseguraba que "como pillen a las Ketchup por el pasillo, se las comen, las matan y las violan, por este orden".

Eurovisión es un concurso con cada vez menos adeptos, que sólo la incorporación de los países del Este ha salvado de su completa extinción, extinción de la que no se ha salvado, por ejemplo, la OTI, festival aún más deleznable si cabe. Sin duda, su mayor éxito fue lanzar a la fama a ABBA y de eso hace treinta años. La votación popular ha llevado a que varios países tengan un número nada despreciable de votos, presenten lo que presenten, debido a los inmigrantes (¿cuántos años lleva Alemania dando la máxima puntuación a Turquía?). En los países más veteranos en el concurso pocos se lo toman ya en serio, una vez apagado el revulsivo que durante unos pocos años supusieron los programas tipo Operación Triunfo. Por eso Austria quedó sexta hace un par de años con una canción y un cantante indescriptible. Y por eso Finlandia ha ganado este año, al menos en parte.

Lordi ha logrado una presencia en Internet más que notable. Los aficionados al heavy metal en páginas y foros de la red hablaban de un concurso al que jamás habían prestado atención, y prometiendo votar por los orcos fineses. Montaron una página de apoyo al grupo que logró voluntarios para ser traducida a 19 idiomas. En vista de que su gobierno se negó a pagarles los efectos pirotécnicos que emplearon en su actuación, recaudaron los fondos en la red. Los blogs estaban con ellos. El vídeo de la canción recibió decenas de miles de visitas. El resultado: 292 puntos tanto en la semifinal como en la final y 44 de diferencia con el segundo clasificado. Y sí, lo confieso, de haber estado en casa, yo también habría votado por primera y, posiblemente, última vez en Eurovisión. Aunque el SMS costara un euro.

¿Habría ganado Lordi sin el apoyo recibido desde Internet? Es posible. Una parte importante de quienes los votaron lo hubieran hecho de todos modos; no parece que el nivel de la música haya remontado el nivel este año, y los finlandeses al menos tenían la ventaja de ser originales y hacer gracia, con sus disfraces y su micrófono-hacha de doble filo. Pero también hay una fracción del público de Eurovisión de este año que vio el concurso y participó en las votaciones exclusivamente porque se presentaba Lordi. ¿Fueron los que hicieron la diferencia? Quien sabe. Lo que es evidente es que hacer algo suficientemente gracioso y original como para que funcione a todo trapo el boca a boca digital puede llevar a la cima, se sea o no capaz de mantenerse luego en ella. Que se lo digan si no al Koala.

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