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Daniel Rodríguez Herrera

La falacia del todo o nada

Una de las mejores maneras de perder credibilidad que tienen las organizaciones y opinantes diversos, autoproclamados defensores de la libertad de expresión, es poner leyes como la Patriot americana como la peor de las maldades, o indicar que la LSSI es equivalente al fascismo. Porque existen realidades mucho peores, como muestra el informe de la ONU sobre el uso de Internet en los países árabes o como hemos denunciado en múltiples ocasiones en nuestro periódico sobre países tan dispares y liberticidas como Túnez o Cuba.

La búsqueda de la seguridad coarta, sin duda, las libertades, pero es también un prerrequisito imprescindible de éstas. La mera presencia de otros seres humanos nos exige limitar nuestra actividad para no dañar la seguridad y libertad de los demás. El problema, la duda, está en qué punto deben situarse las leyes. Puede que muchas iniciativas legislativas tomadas en el mundo libre desde el 11-S se hayan excedido y recorrido demasiado camino hacia la seguridad y el recorte legal de la libertad. Pero es un punto discutible. Y lo que no cabe duda es que estamos en un puesto mucho mejor que el del resto del mundo, ante cuyos abusos los ciber-activistas callan.

No es ésta una situación nueva, sino tan sólo un traslado a la Red de lo que lleva sucediendo desde que las asociaciones de libertades civiles atacaban a Estados Unidos y callaban ante el gulag soviético. Es el uso de la falacia del todo o nada. Dado que ningún país es completamente libre, ninguno es libre y todos son iguales. El que uno tenga un grado de libertad de un 5 por ciento y otro de un 95 por ciento, poniendo unos porcentajes evidentemente hipotéticos e imposibles de medir, es irrelevante. Por tanto, es perfectamente legítimo luchar contra el 95 por ciento y callar ante el 5 por ciento. Hitler es Bush, y no Saddam. El malo es Aznar, y no Castro.

Es importante no perder la perspectiva y recordar que la verdadera lucha por la libertad tanto en Internet como fuera de ella se libra en China, Cuba, las dictaduras árabes y demás paraísos de la represión. Sin perder del todo de vista lo que se haga aquí, pero sin magnificarlo. Y, desde luego, sin igualarlo.


Daniel Rodríguez Herrera es editor de Programación en castellano.

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