Para quienes tenemos el hobby de seguir la política norteamericana, es un alivio que por fin hayan comenzado las primarias y tengamos algo real sobre lo que elucubrar y no basarnos sólo en encuestas. Pese al escepticismo de Mario Noya, que como tantos otros daba por sentada una victoria de Trump, el triunfo de Cruz (28%) era la opción más segura. Pero no lo era que fuese a conseguir el mayor número de votos que ningún candidato republicano haya logrado jamás en Iowa.
El senador tejano tiene otra razón por la que celebrar estos resultados: habiendo doce candidatos, un 75% se ha decantado por los tres principales, y Trump siempre ha tenido un problema en todas las encuestas que le dan ganador: que muy pocos lo eligen como segunda opción. Por otro lado, los liberales podemos dar gracias por la victoria del único candidato que ha prometido acabar con las subvenciones al etanol, de las que dependen tantos granjeros en dicho estado.
Sin embargo, la derrota de Trump (24%) no es tan grave como parece a primera vista. Sí, es un problema serio para quien prácticamente ha basado toda su campaña en que había que votarle porque era el caballo ganador. Pero Iowa es una circunscripción peculiar. Es más evangélica y de derechas de lo normal, y ese es el electorado natural de Cruz. El sistema de elección de los caucus es algo más complicado que meter una papeleta en una urna y tiende a premiar más de lo habitual el trabajo de campo de las campañas. Y nadie ha discutido nunca que Cruz es quien mejor ha hecho esa labor. Pero lo cierto es que Trump ha perdido cuando las encuestas le daban ganador. Y eso le puede perjudicar mucho, a no ser que arrase en New Hampshire, como predecían todas las encuestas antes de que se celebraran los caucus.
Así las cosas, el que más razones tiene para celebrar estos resultados es Marco Rubio (23%). Situado en las encuestas como un tercero muy alejado de los dos principales contendientes, ha quedado finalmente a un solo punto de Trump. Que la campaña de Cruz en Iowa se olvidara durante los últimos días del millonario y se centrara en lanzar sus dardos contra el senador de padres cubanos indica lo mucho que temen a un Rubio fuerte. Los bajos resultados de los demás candidatos, especialmente de los apadrinados por los capitostes del Partido Republicano, podrían acercar a su campaña los apoyos políticos y económicos que se estaban repartiendo los candidatos más cercanos al establishment, como Bush, Christie o Kasich.
Hay que indicar que los últimos días han sido muy reveladores sobre lo que piensan en el partido: el candidato que más apoyos ha recibido del sector oficialista según se acercaba Iowa ha sido Donald Trump. No porque les guste, sino porque ante lo que parecía una carrera de dos preferían a cualquiera frente a Ted Cruz, ese senador novato que se ha hecho un nombre en la política a base de denunciar las traiciones de los republicanos a sus votantes, señalando con el dedo a muchos de sus compañeros en el Congreso. Y que tenga estos resultados un candidato joven como Rubio, con carisma, apoyado por el Tea Party pero bastante más moderado que sus rivales, con posibilidades de acercar al partido el voto hispano y el más capaz a priori de derrotar a los demócratas en unas elecciones presidenciales puede suponer un gran cambio en la carrera.
Pero lo único que parece claro tras los caucus es que los republicanos elegirán entre tres opciones después del bajón que ha sufrido Ben Carson tras los atentados de París, y que Hillary Clinton no va a disfrutar del cómodo camino hacia su coronación que se preveía. Las dos legislaturas de Obama y lo mala candidata que es la inevitable Clinton han convertido a un viejo admirador de la Unión Soviética en un candidato con posibilidades. A los aficionados a la política norteamericana nos esperan un par de meses divertidos.