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En Internet existen actos violentos. Como no podía ser de otro modo, el pacifismo patrio los está empleando como emplea la violencia callejera, siguiendo las directrices del marxismo-leninismo de las que beben también sus compañeros batasunos. Por ejemplo, uno de los medios más apolíticos que conozco, DiarioTI, dedicado en exclusiva a noticias sobre tecnología informática, ha padecido un ataque que sustituyó su portada por un mensaje supuestamente pacifista y puramente chomskyano. Lo más triste es que, como procurando ganarse la inmunidad futura, en el comunicado el periódico ha declarado su "No a la guerra".

Y es que, al igual que en el País Vasco declararse nacionalista es un pasaporte a la tranquilidad, en nuestra piel de toro hay que afirmarse contrario a la contienda para que te dejen en paz. Tanto es así que incluso la Asociación para la Información de Hackers, tras padecer su cuarto ataque en pocos meses, y a pesar de que sus desgracias obedecen a razones bien distintas, se cuida también de proclamar su inocencia del único gran pecado que se puede cometer en estos días de marzo: apoyar el derrocamiento de un genocida.

Mientras tanto, los mismos que protestaban por el cierre del diario "Egunkaria" ahora se aprestan a disculpar a los manifestantes por los disturbios del viernes. De un modo que recuerda a Deia, Gara y compañía, el director de la edición electrónica de El Mundo se apresura a echar la culpa a la policía. Los niñatos del viernes no eran violentos, proclama, la culpa es de la policía. Las barricadas ardientes, los coches pateados y las paradas de autobús calcinadas no son nada más que elementos del paisaje. El pacifismo violento debe tener derecho a cortar calles y a destruir sedes del PP, como sucede en las Vascongadas.

Soy joven, he tenido la inmensa suerte de vivir en una ciudad como Madrid toda mi vida y nunca había padecido una campaña de propaganda totalitaria como la que está en marcha hoy. Hoy, más que nunca, quiero dar ánimo a quienes, en el norte de España, la sufren a diario.

Daniel Rodríguez Herrera es editor de Programación en castellano.

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