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No tengo gran confianza en el futuro dominio europeo. Se está gestando en la socialburocracia europea y, seguramente, sea un .es bis, un dominio caro y excesivamente regulado que no compra nadie. No sé si algún economista profesional se habrá dedicado a estudiar el diferente comportamiento de cada uno de los dominios de Internet. Es un excelente ejemplo de cómo el libre mercado fulmina al modelo socialista.

Sin embargo, Tomé 2, el señor López Blanco, parece empeñado en eliminar las pocas esperanzas de que haya un poco de raciocinio en la gestión del nuevo dominio. Porque no se me ocurre nada peor para el mismo –aunque no dudo que habrá alguien que supere mi escasa imaginación– que la posibilidad de que Red.es se ocupara de su gestión.

Se congratula el señor político de que Red.es no pierda dinero con la gestión de los dominios. La verdad es que yo también lo hago, porque me sorprende que con esos precios y esa lentitud alguien siga registrando dominios .es. Lo que olvida el señor político es que otros dominios son gestionados por cientos de empresas que ganan dinero con ello con unos precios mucho más asequibles y una velocidad de vértigo en el registro. Claro que si tardar varias semanas en avisar de la aparición de nuevos virus es para el señor político "un gran éxito", debo asumir que su concepto del tiempo es diferente al mío. Y el del dinero también. Porque no puedo considerar positivo que Red.es no tenga pérdidas a costa de los que aún pagan sus desorbitados precios, todo ellos súbditos pagadores del sueldo del señor político.

Se habla mucho de los ciberokupas. Pero pocos ciberokupas más activos hay que esta pseudoempresa y las leyes que regulan el .es, que impiden a miles de ciudadanos españoles acceder al registro de esos dominios, del mismo modo que ciberidiotas probatasunos impiden al PSOE acceder al suyo. Los dominios de nuestro país están en sus manos, ¡oh, grandes padres de la patria, alabados sean! Pero permítanme rogarles que se abstengan de apoderarse de los europeos, si tienen algún interés en que éstos, simplemente, existan.

Daniel Rodríguez Herrera es editor de Programación en castellano.

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