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Daniel Sirera

Viva los catalanes libres

Benach, como el resto de dirigentes políticos nacionalistas, prefiere reivindicar la libertad de Cataluña antes que reivindicar el derecho de los catalanes a ser libres. Por eso no podemos permitir que nadie nos diga en que lengua debemos vivir

El candidato de Zapatero y Montilla para presidir el Parlamento de Cataluña, el republicano Ernest Benach, ha aprovechado su discurso de toma de posesión para reivindicar la utopía de una Cataluña independiente con el grito de “Viva Cataluña Libre”. Finalizado su discurso, los diputados socialistas, puestos de pie, aplaudieron a rabiar la intervención de quién aspira a que Cataluña deje de ser, mejor pronto que tarde, una parte de España.
 
Benach, con el voto de centenares de miles de votantes socialistas ha iniciado la octava legislatura reivindicando la Cataluña libre. Yo también quiero una Cataluña libre. Quiero una Cataluña libre de personajes que insultan o desprecian a quienes ni somos ni pensamos como ellos. Una Cataluña libre de salvadores de la patria. Libre de ataduras y complejos, libre de perjuicios que limitan la capacidad de creación y de pensamiento. Quiero una Cataluña libre en la que nadie se sienta superior o con más autoridad para decir a los otros como tienen que sentir, pensar o actuar. Libre para poder decidir en la lengua en la que queremos hablar, escribir y amar.
 
El futuro presidente de la Generalidad de Cataluña ha entregado el Parlamento y la Generalidad a quienes trabajan para romper la nación española, ungiendo al interlocutor de ETA en Perpignan como número dos de su gobierno y entregándole el control absoluto sobre la cultura, la política lingüística, el deporte (selecciones deportivas incluidas) y las relaciones exteriores de la Generalidad.
 
La utopía de Ernest Benach se concreta en ser el presidente del parlamento de un Estado soberano e independiente. Benach, como el resto de dirigentes políticos nacionalistas, prefiere reivindicar la libertad de Cataluña antes que reivindicar el derecho de los catalanes a ser libres. Por eso no podemos permitir que nadie nos diga en que lengua debemos vivir. Hablar en catalán o en castellano en el Parlamento de Cataluña es una elección personal. Desde siempre, el nacionalismo catalán ha convertido la lengua y la identidad en una bandera política. Dejemos que la gente (incluyendo a los diputados en el Parlamento de Cataluña) se exprese con total libertad en la lengua que quiera. ¿O es que también van a poner multas a los diputados que se expresen en castellano? Con Montilla, todo es posible.
 
 
 
 

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