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David Jiménez Torres

Expocómic 2001

Por fin se celebró Expocómic, la feria del cómic de Madrid, unos cinco meses después de la fecha en la que debería haberse celebrado. Este año, al igual que el anterior, el encuentro formó parte de Hobbyland, evento que agrupa las ferias anuales de comics, videojuegos y rol de Madrid.

Ha sido un desastre.

Antes que nada hay que hablar de su localización: la Estación de las Delicias (en un principio se iba a celebrar en el Palacio de los Deportes, pero el incendio que redujo el edificio a una montaña de escombros obligó a cambiar de planes), cuya elección parece más un intento de parecerse al Salón del Cómic de Barcelona (que se celebra en la Estación de Francia) que una decisión sensata. Sin embargo, no han tenido en cuenta que la Estación de Francia es muchísimo más grande que la de las Delicias, que está mucho mejor preparada y que ya lleva casi veinte años siendo sede del Salón. En Madrid, en cambio, el lugar era pequeño, mal iluminado y bastante sucio. Resultaba dificilísimo leer un tebeo sin destrozarse la vista. Pero, lo peor de todo era admirar los bonitos dibujos expuestos en la parte trasera de algunos stands con un enorme tren a tus espaldas. Y es que los organizadores se "olvidaron" de quitar las locomotoras antiguas que se encontraban expuestas en la estación, dejando muy poco espacio entre el lugar por donde debía pasar el público y los stands. Todo esto, más las masas de gente que lo visitaron, creaban una sensación opresiva que convertía el lugar en la pesadilla de cualquier claustrofóbico.

Las novedades presentadas... pues casi ni son dignas de mención: un especial de Killraven (malísimo, por cierto), una nueva miniserie de la Viuda Negra, la miniserie del Marvel Boy de Grant Morrison, un recopilatorio de Elektra Asesina... lo único realmente destacable era Maus, la obra ganadora del Premio Pulitzer que Planeta llevaba varios años prometiendo publicar (y que, por cierto, sólo se publicó en Expocómic porque no dio tiempo a sacarla para el Salón de Barcelona).

Las mesas redondas fueron más de lo mismo; lo único destacable fue una dedicada a las repercusiones del 11-S en los cómics.

Y para colmo de males, faltaba uno de los mayores atractivos de un Salón: los artistas invitados. Sólo una personalidad de renombre (Eddie Campbell, dibujante del Fron Hell de Alan Moore) y los artistas españoles de siempre (Cels Piñol, Ramón F. Bachs, Carlos Olivares, Nacho Fernández...) bendijeron el acontecimiento con su presencia. La negativa a última hora de Arthur Adams a asistir dejó al Salón sin su principal estrella, y por lo tanto no se organizó la expectativa que hay en otras ferias como Avilés o la misma Barcelona. Y... ¿qué es un Salón del Cómic sin las interminables colas que se montan para un autor, que luego se ven recompensadas cuando éste te mira con una sonrisa y te planta su firma en un cómic?

En general, una feria bastante mala con un aire de improvisación casi ofensivo. Mucho camino tiene que andar Expocómic si quiere compararse con las grandes ferias de nuestro país.

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