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David Jiménez Torres

Gallardón: El buen madrileño

Antes que rebatir alguna de las aseveraciones de Hereu, Gallardón asiente con tolerante y responsable aplomo: "Utilizar el anticatalanismo para ganar crédito en Madrid es un error infinito".

El AVE Madrid-Barcelona es cómodo y moderno, un lujo con algo de asepsia que invita al pasajero a un discreto optimismo, a una eficiente profesionalidad, a una elegante cortesía. Independientemente de la tensión que pueda producirse en las dos ciudades a las que une, el AVE rehúye del atronador sonido de sus respectivos tambores mientras se desliza por la meseta en una cápsula de silencio. Dos de sus pasajeros recientes fueron Jordi Hereu y Alberto Ruiz-Gallardón, que viajaron juntos y entablaron un "debate" cortés y fructífero que recogía El País en una extensa entrevista conjunta este domingo.

Abundaba la conversación entre los alcaldes de las dos ciudades más poderosas de España en lugares comunes, frases de sintaxis alterada por los vaivenes de los vagones y disquisiciones sobre la complementariedad de la cooperación y la competición; discurso de funcionarios. Hasta que los periodistas de El País plantean la cuestión de verdad, el elefante en el vagón, y Hereu, a riesgo de desentonar con la asepsia reinante, se suelta. En Cataluña y en Barcelona "no hay problema", ni con la lengua ni con la cuestión identitaria ni nada: "y no lo hay de manera cotidiana y normal. La fractura por la lengua nunca existirá". El único problema, según él, lo crean "los representantes del unitarismo español", "los que lanzan estos tópicos en un cierto Madrid (...) porque hay gente que vive de alimentar estos tópicos que dicen que en Cataluña nos comemos con patatas a cierta gente que habla ciertas cosas...". Por tanto, y mirando hacia adelante en la relación entre las dos ciudades, Hereu estima que "me parecería muy importante que el anticatalanismo no fuera moneda de cambio en la política".

¿Qué responde a esto Alberto Ruiz-Gallardón? ¿Le dice que antes de hablar de anticatalanismo, Hereu debería mirar el antimadridismo y antiespañolismo qua abunda entre algunos sectores de su ciudad, y entre la totalidad de la clase política que él representa? ¿Le dice que antes de hablar de "tópicos" de fritangas, debería acordarse de que no hace una semana que Rosa Díez sufrió un intento de agresión en la Universidad Autónoma de Barcelona? ¿Le espeta que la única moneda de cambio acuñada con odio la trafica el nacionalismo catalán, que hace del antimadridismo y antiespañolismo su leitmotiv electoral? Ante el comentario de Hereu de que "frente a tópicos con los que algunos hacen grandes teorías, que vengan a pasear conmigo por Barcelona", ¿le responde Gallardón que le lleve por el Passeig del Born, con sus pintadas del "Canya contra Espanya" y sus carteles de JERC que rezan "Espanya és crisi" bajo los dibujos de un torero, un guardia civil, un operario de residuos tóxicos, una monja, un gordo banquero y un juez con el águila imperial bordada?

No. Antes que rebatir alguna de las aseveraciones de Hereu, Gallardón asiente con tolerante y responsable aplomo: "ése es un ejercicio de convicción y voluntad que he practicado siempre. Utilizar el anticatalanismo para ganar crédito en Madrid es un error infinito". Lo único lamentable es que se "confundan las voces del PP, que es muy amplio, con voces de fuera del partido, que dicen representar las esencias del PP". En la asepsia del AVE, el catalán se ha extralimitado un poco, pero su interlocutor se ha expresado como un buen madrileño. ¿Su recompensa? "Alberto es la antítesis de los que lanzan estos tópicos". Hereu dixit.

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